En ocasiones lees una información o una noticia periodística y así a primera vista no le das la importancia ni le prestas la debida atención porque el contenido te parece tan intrascendente como irrelevante, pero siempre hay algún elemento extraño que hace que vuelvas a leerlo y entonces te das cuenta de que sí es importante lo que en esa información o noticia se dice.

Hace unos días leía que el presidente de la CEOE, Juan Rosell, abogaba por «relajar» los derechos de los empleados fijos. Lo primero que me vino a la mente y más aún fijándome en la palabra «relajar» era que lo que el presidente de los patronos españoles pretendía, teniendo en cuenta una de las acepciones de este término, no era otra cosa que esparcir, distraer la mente de los empleados fijos de problemas y preocupaciones. Pero no, la cosa no iba por ahí, sino por el lado contrario, lo que Rosell pretende es aumentar los problemas y preocupaciones de los trabajadores con contratos indefinidos. Había un apartado en dicha información en lo que el máximo mandatario de la CEOE decía muy claramente que «hay once millones de trabajadores indefinidos que tienen "muchos derechos" en comparación con "los muy pocos o prácticamente ninguno" de los cuatro millones de trabajadores temporales». En esa primera o ligera lectura hecha en un principio se podía llegar la errónea conclusión de que Rosell está por la igualdad «al alza» es decir que las diferencias entre los trabajadores fijos y los temporales no sean tan abismales, pero no, leída con la debida atención podíamos percatarnos sin error alguno de que lo que Rosell pretende es que sean los trabajadores con contratos fijos los que vean relegados sus derechos o sea, que sean los trabajadores fijos los que pasen a la condición el temporales aumentando por tanto el número de estos últimos lo que equivale al aumento de la precariedad laboral cuando lo que se corresponde es alcanzar la máxima estabilidad y seguridad en el empleo. Lo que no acabo de entender es ese trato entre malvado y taimado que con tanta insistencia pone de manifiesto el patrón de patronos considerando a los trabajadores como sus enemigos cuando en realidad son sus colaboradores. Una colaboración mutua que beneficia en mayor medida, mucho mayor, a los empresarios que a los trabajadores.

Otra de esas noticias que en principio no nos dicen nada, se produjo también hace unos días cuando los medios de comunicación nos daban cuenta de que la iniciativa del BBVA, «Yo soy empleo», había logrado crear 10.000 nuevos puestos de trabajo en dos años entre las pymes y a los autónomos adheridos al programa, mediante ayudas económicas a empresas y autónomos. El BBVA se ha mostrado más que satisfecho por estos resultados. Esta iniciativa del banco en cuestión sería perfecta, muy loable y muy encomiable si no tuviéramos presente el hecho del cierre de miles y miles de sucursales de esta entidad que han sido clausuradas en estos siete últimos años con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo por este motivo y por el hecho de haber reducido plantillas en otras, algo que viene siendo habitual en la actualidad.

No, no hay preocupación por el empleo. Está claro que en el caso de Rosell se trata de culminar con un cierre «perfecto» la reforma laboral de Rajoy o sea, acabar con el empleo fijo y en el caso del BBVA acabar con los remordimientos de conciencia.