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De Toros

Carencias y penurias del árbitro alicantino

Ni a derechas ni a izquierdas, ni con los del puño y la rosa, ni con los de la blanca gaviota tienen los males alicantinos remedio. Ese rincón provincial de una de las zonas que más contribuyen al PIB de ese trozo de Europa que todavía se denomina España. No paran de soltar zarpazos de injusticias con las finanzas de esta Comunidad que, como viene siendo infeliz costumbre, maltrata inmisericorde a todo lo alicantino. A dos mejillas, vaya, los bofetones que no se cansan de atizar en su contumaz empeño de menospreciar a la alicantina geografía. Ítem más con lo del dichoso trasvase Júcar-Vinalopó, que tantos inútiles millones de euros se gastaron para nada y ahora, con los del poder central mirando para otra parte, y con la negra intención de cargarse lo del Tajo-Segura, amenaza de estéril sequedad la que fuera tierra de ejemplar desarrollo y racional explotación. Condenados a sobrepagar aguas desaladas. Y en lo municipal local, chispas entre alcalde de «facto», ese crecido Pavón, tan devoto sovietista, y el primer edil de «derecho», el dubitativo Echávarri. Carencias y penurias...

Y en lo que concierne al toreo, esa esmirriada temporada que se saldó con apenas cinco festejos mayores, corridas de toros: cuatro en Alicante capital y una en Benidorm. Vuelve uno la vista atrás, no tan atrás, y la memoria, siempre tan contumaz, deslumbra con aquellas añadas en que de norte a sur, de este a oeste, se programaba cerca de la 40 de corridas de toros: Ondara, aquella «Joya del Mediterráneo», que vio desfilar por su minúsculo ruedo al mismísimo Benítez «El Cordobés», al fenómeno mejicano Manolo Martínez, Palomo Linares, Gregorio Sánchez y buena parte de la torería alicantina; Benidorm, temporada hasta las brumas de octubre con lo más granado del escalafón, que solían repetir; Alicante, centro y seña del alicantino ámbito, entre primavera y otoño; Orihuela y Torrevieja, olor de huerta, color de sales; Villena, Elda y Monóvar, esa ancestral ruta del Vinalopó en total desamparo, bien por imposiciones de los que nada saben de respetar tradiciones o sencillamente por desinterés y «desafición». Ahí radica, en la escasa afición, quizás el más preocupante factor negativo del porvenir de la Festa del Toreo. Urge remedio. Carencias y penurias...

De carencias y penurias abundan las razones del municipio de la ciudad de Alicante para solventar la ubicación final del Belén que, durante años, se colocó en el atrio del edificio municipal. No se enteran de que lo tradicional bien convive, sin inquina «anti», con lo religioso. Carencias y Penurias, ay. Alicante. Noviembre.

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