Dijo Ortega y Gasset que la vida y la cultura son dos conceptos que se necesitan mutuamente, una relación en la que la verdad, la belleza y la justicia formen parte esencial del ser humano. En su conocido libro El tema de nuestro tiempo (Madrid, 1913) que pudimos leer hace algún tiempo en sus Obras Completas (Tomo III, 1917/1925, página 611 y siguientes), Ortega reflexiona sobre la necesidad de una cultura que alcance al mayor número de personas como una forma de relacionarse ente sí uniendo pasado y futuro.

La puesta en marcha por parte de la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Valencia de un programa de promoción de la cultura entre la juventud que ofrezca, de manera gratuita, el acceso a una oferta que incluye cines, obras de teatro o conciertos de música, entre diversas opciones, pretende ser un importante cambio que represente la deriva cultural que la nueva corporación municipal quiere poner en marcha tras más de veinte años de gobierno del Partido Popular en la capital de la Comunidad Valenciana. Con esta oferta cultural no sólo se busca que los jóvenes tengan un plan alternativo al botellón o a que pasen las horas nocturnas en pubs o discotecas, sino que más bien se busca una puerta de entrada a todo aquello que suponga cultura y, por tanto, a su propia educación cultural como parte de su formación personal. Quedamos a la espera de una oferta parecida por el Ayuntamiento de Alicante.

Creemos que se debe responder, desde las instituciones, al concepto de ocio y cultura que se ha querido imponer a los jóvenes por empresarios del mundo de la noche, basado en los bares de copas y en macroconciertos en salas de fiesta que en la mayoría de los casos no reunían las exigidas condiciones de seguridad. Frente a ello, una administración responsable de la importancia que supone regular las vidas de los ciudadanos debe invertir en cultura como proceso constructivo de una sociedad basada en valores éticos donde la corrupción no sea tolerada. Sobre este aspecto se ha escrito mucho; ¿cuál debe ser el papel del Estado ante la cultura? Hay dos opciones: promocionarla desde el poder público o dejar que sea la sociedad civil que de manera privada la desarrolle. Es decir, nos preguntamos si debe el Estado adoptar la postura anglosajona o la francesa. Sobre este tema ya reflexionó Jorge Semprún en su libro Federico Sánchez se despide de ustedes (Tusquets Editores, 1996), en el que afirma la necesidad de una cultura impulsada por los responsables públicos.

Basta recordar la política de apoyo a las librerías tradicionales que en Francia se está llevando a cabo ante el auge del libro electrónico y la fuerza fagocitadora de las grandes cadenas de venta de libros. Con un presupuesto de varios millones de euros se ofrece ayuda financiera y asesoramiento para superar todos los escollos en la apertura de una librería tradicional mediante el llamado programa ADELC, en marcha desde 1989, que ha conseguido que Francia mantenga un nivel muy aceptable de librerías. Cuando se viaja por este país da igual lo pequeñas que sean las poblaciones que se visiten, en cualquiera de ellas encontraremos una librería bien surtida con una decoración muy acogedora.

La idea de cultura que desarrolló el Partido Popular durante los veinte años que ejerció el gobierno en la Comunidad Valenciana resultó muy proclive a los conciertos privados y a la generalización del proselitismo. Es sabido que la derecha española nunca ha sido partidaria de extender la educación a todas las capas sociales posibles. Con la promoción de los conciertos de música dance en polideportivos organizados por empresarios afines al Partido Popular se buscaba adocenar a las nuevas generaciones en un ocio de masas carente de la tranquilidad necesaria que requiere la lectura y la reflexión política. Se quiere crear una bolsa de futuros trabajadores sin formación que acepten trabajos sin importar las condiciones laborales. En el mejor de los casos, las leyes educativas del Partido Popular han empujado a aquellos que terminan la ESO a cursar Formación Profesional no para formar a trabajadores especializados sino para que los que tengan estudios universitarios sean una minoría con, en teoría, mejores trabajos y con sueldos más altos. Es el concepto de la sociedad clasista anglosajona que tanto gusta a los neoliberales españoles y a los herederos sociológicos del franquismo.

Cuando las personas se acostumbran, desde su juventud, a ir al cine, al teatro o a asistir a la presentación de libros de reciente publicación se crea un vínculo con la cultura que forma parte de sus vidas para siempre. Determinadas leyes, como la Ley contra la Violencia de Género, son más fácilmente entendidas por aquellos que han tenido un contacto regular con la libertad, la verdad o la justicia plasmados en películas, libros o en obras de teatro. Cada individuo es un punto de vista esencial, dijo Ortega. Sumando todas las visiones parciales de cada uno de nosotros conseguimos acercarnos al concepto más puro que de la verdad existe.