Cuando se tiene una actitud combativa y se denuncia, por activa y por pasiva, a las personas que han denigrado la figura de empresarios y emprendedores, a aquellos personajes que se han aprovechado de las instituciones para obtener beneficios personales, sean económicos o favores, hay que saber que los «cañones» siempre se vuelven contra uno esperando el momento de disparar.

Personalmente, no ha sido para mí ninguna sorpresa, pues ya lo esperaba, que me «atacaran» aludiendo a un supuesto fracaso de la puesta en marcha del proyecto de la Cooperativa de Crédito para Pymes bautizado como «Denaria». Un empeño necesario que iniciamos un grupo de profesionales y empresarios para que la financiación llegara a la pequeña y mediana empresa de la provincia de Alicante y también de toda la Comunidad Valenciana, justo en el mayor momento de asfixia económica de nuestro país. Además, era la primera piedra para comenzar la regeneración del sistema financiero de la región, que ha sido arrasada al amparo de un tejido político y empresarial que lo aprovechó para lucrarse, condenando nuestro presente y, posiblemente, también el futuro.

Desde muchas tribunas he criticado el oligopolio que sólo se da en España con algunos sectores y servicios como la energía, las comunicaciones o la propia financiación. Son cifras que están ahí, no es fruto de ninguna opinión personal. La crisis ha sido aprovechada para poner en manos de cuatro grandes entidades financieras lo que antes eran muchos grupos bancarios y cajas de ahorro que, adoleciendo de problemas como la descomposición de unos órganos directivos minados por políticos y «estómagos agradecidos», eran una solución para la Pyme a la hora de financiar sus empresas y proyectos. Nada de ello queda ya. De esa caótica situación en que sumieron a nuestra Comunidad surgió el proyecto de Denaria, la cooperativa financiera -a imagen de las muchas que existen en el resto de Europa- donde los mercados de capitales ofrecen una sana competencia y, muy especialmente, mirándonos en el espejo de las cooperativas alemanas que copan el cuarenta por ciento de toda la banca de dicho país.

He buscado en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua lo que significa fracasar, para ver si es verdad que, en nuestra iniciativa, habíamos fracasado. ¡Pero no! El DRAE dice que «fracasar es frustrarse», es decir, «Privar a alguien de lo que esperaba». Desde ese punto de vista no hemos fracasado, pues el proyecto de Denaria tenía -y tiene- múltiples facetas y su fin último era (y es) constituir una Cooperativa de Crédito, pero que, en el camino, pretendía cambiar la percepción que tienen el conjunto de empresarios y ciudadanos de la provincia de Alicante respecto a la financiación.

Las decenas de reuniones que se han celebrado, unas públicas y la mayoría de ellas privadas, han provocado en sus asistentes la idea muy clara de qué son las cooperativas, de cómo funciona la financiación en Europa y de porqué el oligopolio bancario español es un obstáculo enorme para la creación de empresas y de riqueza y el crecimiento de proyectos innovadores. Sin duda, algo muy importante se ha conseguido, hemos ayudado a elevar el nivel de conocimiento del mundo financiero a los pequeños empresarios.

A ello hay que sumar la indefensión de una provincia y una Comunidad que ha visto cómo le arrebataban sus entidades financieras y cuya autonomía ya no es libre cuando tiene que ir a entidades foráneas a buscar financiación. No soy tan ingenuo como para pensar que, depender de bancos catalanes o madrileños, por ejemplo, para financiar los proyectos de la Generalitat Valenciana cuesta únicamente los intereses que le apliquen.

No es verdad. Hay intangibles que antes no existían cuando CAM y Bancaja estaban al servicio de la Comunidad Valenciana. Hemos perdido mucho, muchísimo y, algunos de los culpables son los que miran ahora para otro lado e incluso se dan con el codo para decirnos: «Mira, mira... Lo mal que va eso de Denaria».

Creo que levantar la bandera de Denaria ha servido para unir a la provincia de Alicante como no se había hecho en la última década. Ya sólo por eso ha sido un valor importante el lanzar la idea y me siento orgulloso del respaldo que hemos recibido, incluso de otras cooperativas españolas que consideran el proyecto bien fundado e interesante.

Denaria no ha sido sólo una idea voluntarista, detrás del proyecto han estado y siguen un grupo muy importante de profesionales anónimos trabajando desinteresadamente para configurar un proyecto que fue aplaudido por el propio Banco de España y de todos a los que se ha expuesto en profundidad. Ha sido algo muy meditado, trabajado y en el que han colaborado muchos.

Ni se ha perdido ni se ha gastado dinero. El único dinero sobre la mesa gastado ha sido el propio y personal y el de los profesionales que, desinteresadamente, consideraban que hacían un bien a la provincia de Alicante trabajando en el proyecto. Ni se ha pedido dinero ni había ningún compromiso de ponerlo, aún no se había llegado a esa fase en el proceso. A pesar de ello recibimos multitud de ofertas de empresas, grupos territoriales económicos y de particulares que nos pedían un número de cuenta para colaborar económicamente con Denaria desde el principio. Todos los gastos han corrido por nuestra cuenta y los damos por bien empleados si han servido para concienciar a Alicante del problema que las empresas tenemos con la financiación. Y eso se ha logrado.

Denaria no está muerta, ¡ni mucho menos! Han cambiado las circunstancias políticas en España y en la Comunidad Valenciana y, concretamente, con la nueva Generalitat Valenciana que está analizando y evaluando el proyecto. Por otro lado, la aprobación de la ficha bancaria depende ahora del Banco Central Europeo y por las reuniones que ya hemos mantenido percibimos que la vía alemana de las cooperativas de crédito parece el modelo a defender y proteger.

Tenemos una lista de más de tres mil ciudadanos y un compromiso de treinta y seis empresarios y grupos a participar en Denaria, a pesar del incesante menosprecio que ha sufrido el proyecto desde varios sectores, precisamente por los que vieron «morir» nuestras entidades de brazos cruzados y no hicieron nada. El proceso no es sencillo porque no se trata únicamente de recaudar el dinero exigido para constituir el fondo mínimo sino de los requerimientos que se exige a los participantes. Afortunadamente, ya no vale cualquiera para formar parte de un Consejo de Administración de una entidad bancaria.

Ahora mismo no sé si los requisitos tan exigentes a los que nos deberemos someter para obtener la ficha bancaria nos permitirán algún día inaugurar la sede de la cooperativa pero sé, sin ninguna duda, que el camino recorrido ha merecido la pena.