El último barómetro del CIS, correspondiente al mes de octubre, ha sido muy llamativo porque, entre otras cosas, nos dice que el PP no sólo es el probable ganador de las próximas elecciones generales sino que, incluso, aumenta sus perspectivas de voto sobre el anterior sondeo de julio, al pasar de un 28,2% al 29,1%. Hasta Rajoy se habrá quedado sorprendido. Con la que está cayendo, que el PP suba, sólo puede ser producto de una noche loca de Halloween o de una excesiva «cocina» dentro del CIS.

Sin elaboración de los datos, es el PSOE el que aparece en primer lugar. Siempre se ha dicho que existen las verdades, las mentiras y las estadísticas. Es fácil influir en el resultado final, máxime cuando hay fuerzas emergentes que nunca han estado en unas generales. Y a los recientes resultados en mayo pasado puede hacerse referencia.

Pero los datos del CIS también ofrecen otra información que no ha tenido tanta difusión y que, en cambio, puede servir para saber el estado de ánimo de la población.

A la pregunta sobre la situación económica en España, para el 3,4% era buena o muy buena. Para el 31,7 era regular y para el 64,7 mala o muy mala. A la pregunta sobre comparar la situación económica de hace un año: un 21,6 contesta que mejor, un 52,7 nos dice que igual y un 24,2 que está peor. Y al preguntárseles sobre cómo creen que estarán económicamente dentro de un año nos dicen: Un 26,6 dice que espera estar mejor, un 42,4 cree que estará igual y un 14% piensa que estará peor. Es evidente que no hay mucha confianza en un próximo futuro mejor y, en cambio, sí confirman lo mal que están las cosas y la escasa esperanza que hay en que mejoren a corto plazo.

Si se pregunta por cómo ven la situación política, los datos empeoran: para el 3,6% está bien o muy bien, para el 23% está regular y para el 70,4 está mal o muy mal. O cómo creen que estará dentro de un año: para el 20,4 cree que mejor, el 40,2 que estará igual y para el 16,9 que empeorará, que ya hace falta ser pesimista después de lo que llevamos padecido.

No son datos que demuestren mucha confianza en nuestros gobernantes actuales o pasados. Tal vez por eso el CIS nos dice que el cuarto problema en importancia para nuestra ciudadanía es el de «los políticos en general, los partidos y la política» que preocupa al 21,5%, casi una cuarta parte del país. Es cierto que queda lejos del principal problema: el paro que preocupa al 79,10 de los españoles. Y eso que Rajoy dijo, hace 4 años y antes de ganar las elecciones, que si gobernaba acabaría con el paro. Será el de unos cuantos conocidos y amigos porque del resto, ahí está la prueba. Los otros dos problemas importantes son el de la corrupción, que preocupa al 39,4 y los problemas de índole económica, que lo hacen al 24,7%. Son cifras que constatan el fracaso de una forma de gobernar y que están reclamando cambios verdaderos sobre cómo se han hecho las cosas y quién las ha hecho.

En cuanto a la percepción sobre el fraude fiscal, ya nos decía el CIS en su barómetro de julio que el 58% de los encuestados pensaba que había mucho y para el 35,9% que había bastante, o sea que para casi el 94% de los españoles el fraude fiscal es algo muy presente. Sólo el 3,4% dice que hay poco y para un 0,3% que muy poco, deben ser casi familia de los grandes defraudadores.

Hay datos tremendos: después de 4 años de gobernar, Rajoy sólo inspira mucha confianza a un 2,5%, que debe ser la familia y poco más; bastante confianza al 13,3% y poca o ninguna confianza al 82,5% de la población. Casi sería un acto de masoquismo volver a confiar en alguien así, que genera esos porcentajes de rechazo. Aunque Pedro Sánchez no se distancia mucho: mucha confianza sólo inspira al 1,4%, debe ser familia reducida. Bastante confianza al 15,5% y poca o ninguna al 77,1% nada menos.

Con todo ello queda clara la necesidad de renovar la política y a los políticos. El bipartidismo que hemos tenido nos ha conducido a estos resultados. Unos y otros se han alternado en el poder pero no en las formas de gobernar. El próximo 20 de diciembre es posible cambiar esta situación como ya se ha hecho en muchos ayuntamientos y autonomías.