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Antonio Sempere

Desproporción

A diferencia de Ocho apellidos vascos, la anterior película de Emilio Martínez Lázaro pasó desapercibida. La montaña rusa, que ahora ha recuperado Versión española, es una película de la que no se acuerda nadie, a pesar de haber sido estrenada en 2012, anteayer, y de estar protagonizada por Alberto San Juan y Verónica Sánchez. Viene bien recordar estos datos porque cuando creemos saber dónde están las claves del éxito de algo, resulta que llegan cifras demoledoras que nos desmontan la teoría. En el otro extremo podemos situar lo ocurrido a Gaizka Urresti con su ópera prima Bendita calamidad, estrenada solamente en 9 salas de Aragón, con una recaudación de más de 3.500 euros por copia, y sumando casi 7.000 espectadores el fin de semana de su estreno.

Para hacernos una idea de lo que esto significa basta recordar lo ocurrido con 4 de las 5 películas españolas que optaban a la Concha en el pasado Festival de San Sebastián. El rey de la Habana, de Agustí Villaronga, estrenada con 47 copias, apenas reunió a poco más de 5.000 espectadores en toda España totalizando las sesiones que van desde el viernes del estreno en la sobremesa hasta la medianoche del domingo. A 3 pases diarios por sala, estamos hablando de 423 pases durante el viernes, el sábado y el domingo y menos de 6.000 entradas vendidas. Tremendo se mire por donde se mire. Si además considerásemos la parte alícuota que en promoción supuso el escaparate del festival donostiarra, que cuenta con 7.500.000 de euros, aproximadamente, de apoyo de instituciones públicas, el caso es digno de estudio. El apóstata, de Federico Veiroj y Un día perfecto para volar, de Marc Recha, con menos copias, tampoco llegaron a los 5.000 espectadores, mientras Amama de Telmo Esnal logró unos estimables 13.000. De todo esto también se debería hablar en Versión española.

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