Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crónicas precarias

Un partido de yernos perfectos

Hace unos años los yernos pluscuamperfectos de España vagaban sin rumbo por el páramo de la política en busca de un líder al que confiarle su alma. Galanes limpitos y sensatos a los que cualquiera querría invitar un domingo a su casa para comer arroz. Con sus mejillas sonrosadas, sus camisas impolutas, su pelito bien peinado y sus buenas maneras, ansiaban encontrar un partido tan virtuoso como ellos, pero no lo lograban.

Aunque su corazoncito amante del statu quo les suplicaba seguir apostando por las gaviotas, la corrupción impedía que pudieran defender al PP en una sobremesa. Y claro, ellos, tan preparados y respetables, no podían permitirse perder los debates en la barra del bar o en la cena de Nochebuena. Estaban desesperados. Entonces, un nuevo líder surgió de entre las profundidades. Un adán, un mesías, una esperanza para todos los amantes de la estabilidad y la ropa bien planchada. Ponga un Albert Rivera en su vida. Cuatro de cada cincos directivos del IBEX lo recomiendan.

Ya se sabe, si los mandamases de las grandes empresas le apoyan, no puede ser una mala persona. De hecho, todos conocemos la merecida fama de las multinacionales como protectoras de los intereses de la población. Por eso quieren colocarnos a su candidato, para cuidar de nuestro bienestar como ya hacen cuando defienden los contratos basura o la fulminación de los derechos laborales.

La fórmula para lograr un partido tan aseado como Ciudadanos es sencilla. Un toquecito de meritocracia por aquí, un poquito de liberalismo cañí por allá y una buena dosis de obviedades para sazonar el discurso (robar es malo y la democracia es buena, por si no os habíais enterado). Un par de rituales satánicos para resucitar al espíritu de la Transición (vade retro) y una machacona llamada al consenso completan la receta. Ya está, con eso podemos empezar a regenerar como descosidos. Ilusión. Futuro. España. Sentido común. Y un par de carajillos.

Cambiar, pero poquito. Lo justo para que nos sintamos modernos y finjamos haber pasado página. Por eso hace falta Ciudadanos. Gente seria y responsable. Gente centrada. Muy centrada. Podrían reventar de lo centrados que están. Gente amante del orden y de hacer las cosas como tocan, sin excesos ni estridencias. Gente que no confunde la libertad con el libertinaje.

Vamos, los tipos conservadores y clasistas de siempre, pero con la seductora sonrisa de un vendedor de tónico reconstituyente. Menos rancios, menos anclados en 1946, oliendo menos a alcanfor, pero con el mismo deseo de perpetuar a las élites al mando del cotarro. No vaya a ser que demasiada novedad nos desquicie y acabemos aullando a la luna y montando fogatas con los neumáticos que robemos de los coches oficiales. Más esforzarse y menos protestar.

Necesitamos representantes que no sean ni de izquierdas ni de derechas, ni feministas ni machistas, ni republicanos ni monárquicos. La ideología no es dinámica, no regenera, no gusta en Dinamarca. Todos esos debates anticuados son propios de la vieja política y nos despistan de lo verdaderamente importante: alcanzar el poder, pillar poltrona, tener paguita.

Felicidades yernos pluscuamperfectos de España, lo habéis conseguido, podéis coger toda vuestra superioridad moral y meterla en una urna el próximo 20 de diciembre. Vosotros sí que estáis a la altura de las circunstancias y sabéis elegir con cabeza. ¡Menos mal que os tenemos!

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats