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Rogelio Fenoll

Ojalá haya tortas

«Sin riesgo no hay ganancias», dijo ayer el concejal Dani Simón, consciente de los escollos que afrontará su bienintencionada propuesta de definir las líneas estratégicas de la política cultural de Alicante contando con los propios actores culturales, ya sean creadores o gestores. Simón ya sabe de antemano, y ayer tarde pudimos comprobarlo de nuevo, quiénes serán los mayores críticos de su proyecto: los artistas que, unidos en la asociación ACOA, desplegaron una nutrida representación en el sótano del MACA, ese museo en el que aspiran a exhibir sus obras, una pretensión tan legítima como la de los músicos a los que les gustaría poder actuar en lugares tan nobles como el ADDA o el Teatro Principal. Ayer erraron al plantear cuestiones ajenas al aún nonato Consejo de Cultura de Alicante y dejaron entrever mucho interés en sus proyectos futuros, pese a que ese no era el foro para plantearlos. Tiempo tendrán de proclamar sus ideas en la comisión de artes plásticas, en la que se da por seguro que estarán representados porque han sabido organizarse y fuerza no les falta. Harían bien otros colectivos artísticos que también reclaman su sitio en la ciudad, envolviéndose en la bandera alicantina, en coger este tren que les da visibilidad e influencia. Pero ayer no fueron al MACA, tal vez porque se sienten alejados ideológicamente de su promotor, un prejuicio que debieran superar. Lo mejor que le puede pasar a esta iniciativa es, parafraseando al edil de Guanyar, que haya tortas por entrar en el Consejo. Ojalá.

Simón es un político que ha sido protagonista de la cultura de base de la ciudad y tiene el culo pelao de asistir a asambleas, como ayer demostró ante 200 profesionales de lo suyo, que no es un público cualquiera. Es consciente de las dificultades y trabajará para que en el articulado del CLC no haya «desembarcos» que conviertan las comisiones en grupos demasiado homogéneos, pero también deberá trabajar las incompatibilidades de sus futuros miembros para que no se repitan recientes conflictos de intereses. Ayer, ante un auditorio que daba gusto ver, marcó una hoja de ruta peculiar, en la que el político no lo controlará todo y dejará paso a ciudadanos inquietos que tienen mucho que decir. ¿Quién no está dispuesto a apoyar un planteamiento tan participativo y representativo? Es todo un ejercicio de democracia, de nueva política, que ojalá llegue a buen puerto y una oportunidad real de hacer la cultura que quiere la gente. Enhorabuena y suerte.

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