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Motociclismo

Polémica, ocurra lo que ocurra

"Estoy totalmente convencido de que ambos tienen su parte de culpa en esta guerra que se ha desatado"

No quisiera entrar en reprobaciones ni a Marc Márquez ni a Valentino Rossi, dos pilotos a los que admiro en grado sumo, pero estoy totalmente convencido de que ambos tienen su parte de culpa en esta guerra que se ha desatado. Aunque, en mi opinión, la principal responsable de toda esta lamentable situación es Dorna, la empresa española que rige con mano de hierro el campeonato y lo ha deshumanizado mucho más de lo que lo está la Fórmula 1 de Ecclestone. Desde que desembarcó en el Mundial a principios de la década de los 90 este deporte ha perdido la épica y el romanticismo y ha pasado a ser negocio puro y duro donde priman los dólares, euros y sobre todo los francos suizos. Todo esto ante la pasividad de una federación (FIM) que ni está ni le se espera y que es la que debería de haber tomado medidas desde un primer momento. En cambio prefiere mirar hacia otro lado desde su 'hospitality' de un lujo oriental insultante en estos tiempos de crisis y seguir haciendo caja con la generosa aportación de Dorna a cambio de controlar y manipular a su libre albedrío.

¿Que pasará el domingo?... Sea cual sea el resultado, tanto de carrera como del campeonato, seguirá la polémica ya que la afición está dividida. Habrá una mitad que quedará descontenta y al nuevo campeón le acompañará durante mucho tiempo el sambenito de que este título lo consiguió gracias al contencioso surgido tras la caída de Márquez en Sepang. Esto lo podremos comprobar incluso antes del GP, cuando se pronuncie el TAS al respecto de la apelación de Valentino, tanto si le concede la suspensión cautelar como si no. Prueba de ello es que Dorna continúa equivocándose y en lugar de evitar polémicas las aviva. Ante la que se avecina ha decidido suspender la rueda de prensa previa que se celebra en todos los GP, lo que equivale a hacer lo mismo que el avestruz: esconder la cabeza bajo tierra para evitar el peligro, lo que siempre acarrea nefastas consecuencias.

Lamentable resulta comprobar que lo que debería ser una gran fiesta deportiva se ha convertido en un acontecimiento idéntico a un partido de futbol calificado de máximo riesgo. Con las entradas agotadas desde antes del lamentable 'encontronazo' Marc-Valentino, la tensión en las tribunas del Ricardo Tormo va a ser máxima. El mínimo incidente puede encender la mecha y hacer estallar la situación. A nivel personal, le tengo miedo a la noche del sábado en Cheste, donde todos los años decenas de miles de personas viven una gran fiesta que este año puede resultar peligrosa debido al cariz que han tomado los insultos y descalificaciones de los que defienden a Márquez y los que amurallan a Rossi. El elevado consumo de alcohol y otras sustancias (hay que aclarar que no todos los hacen) puede convertir la fiesta en un polvorín en el que se arme una batalla campal. Esperemos que no.

De todos modos, el mal ya está hecho y se ha llegado a esta deplorable situación por la actuación pusilánime de Dirección de carrera en Sepang, donde se equivocaron gravemente. Las medias tintas nunca han sido buenas. Dejando de lado la acción en sí y sin entrar a valorar la misma, si se estimaba que Rossi había actuado de manera antideportiva la única medida a tomar era sacar la bandera negra y expulsarlo de carrera. En caso de que después se hubiera comprobado que esta medida era errónea es el caso del árbitro de fútbol que pita un penalti y luego en TV vemos que se equivocó. Hubiese existido polémica, pero jamás se hubiera llegado a los extremos en los que estamos.

Sólo resta confiar en que reine la cordura y que en el circuito impere el espíritu deportivo del que siempre hizo gala quien le da nombre a la instalación, Ricardo Tormo, el admirado y añorado Ricardet, quien a fecha de hoy, diecisiete años después de su fallecimiento, sigue siendo idolatrado por la afición no solo por lo grande que fue como piloto, que lo fue y mucho, sino también por su grandeza humana.

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