Hace ocho años Mariano Rajoy sorprendió a los medios de comunicación, negando el cambio climático y reflexionó: «Yo sé poco de este asunto, pero mi primo supongo que sabrá». El citado primo, José Javier Brey Abalo, catedrático de la Universidad de Sevilla, quien preguntado por un medio sobre el asunto se limitó a decir «no me interesa este debate». Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la Comunidad de Madrid apoyó a su compañero de partido y ya se sabe que Aznar es otro negacionista convencido, pero es tan orgulloso que nunca admite haberse equivocado en nada.

Esto sucedió en 2007, cuando Al Gore, premio Nobel de la Paz, recibía el Príncipe de Asturias, quien manifestó que «es de tontos negar la realidad, y que es como si alguien pusiera en duda la ley de la gravedad o que la Tierra es redonda». Ese mismo año Greenpeace en un documento explicó minuciosamente los efectos devastadores del cambio climático en España y en el mundo. Rajoy impasible manifestó que «si nadie garantiza ni qué tiempo hará mañana en Sevilla (estaba en Sevilla), ¿cómo van a decir lo que va a pasar dentro de 300 años?», y no dudó en subrayar que este problema «no puede convertirse en el gran problema mundial». Afortunadamente cambió de parecer y siendo entrevistado en la Ser, por Pepa Bueno, no dudó en decir «me equivoqué», expresión que ya era histórica por otros motivos, pero que también se relacionaba con el cambio climático.

Según el papa Francisco sí es el «gran problema mundial» y lo expresa sin lugar a dudas en su encíclica Laudato Si (Alabado Sea), que ha tenido una gran repercusión. El Vaticano reconoce que el cambio climático se da en parte de manera natural pero que los estudios científicos indican que su principal causa somos los humanos. La Alabado Sea subraya que esta crisis afecta -como siempre-, particularmente a los más pobres, que la necesidad de agua se está convirtiendo en un «problema de Estado»; hubo una guerra por el opio, ahora serán por apoderarse de agua.

En 1992, en Río de Janeiro, se convocó la Convención de las Naciones unidas sobre el Cambio Climático y ya se hizo un diagnóstico acertado, verdad científica innegable, pero la mayoría de los estados se negaron a que el asunto se convirtiera en el «gran problema mundial». Después de aquella convención se han convocado muchos encuentros mundiales pero se ha avanzado poco para evitar el «juicio final».

Recientemente el presidente de EE UU se ha implicado en el tema. Obama asegura que el cambio climático amenaza la seguridad nacional. El Plan de Energía Limpia presentado pretende que EE UU reduzca para 2030 en un 32% las emisiones de dióxido de carbono. La respuesta no se hizo esperar: católicos norteamericanos, relacionados con grandes empresas contaminantes reivindican su «dominio» sobre la Tierra como dice el Génesis.

Rajoy siguió equivocándose en estos últimos cuatro años, basta analizar lo sucedido con las energías alternativas en esta legislativa. Es alarmante que un presidente de Gobierno de un país europeo haya tardado tantos años en admitir que se equivocó en un tema en donde está en juego el destino de la especie. Es de desear que el próximo Gobierno se tome en serio, de manera responsable, este desafío. En diciembre, en París, está convocada por las Naciones Unidas una conferencia para intentar frenar lo que puede convertirse en una catástrofe, ya se notan sus efectos. Y volviendo a Rajoy, dijo que asistirá a esta conferencia. Es de esperar que la «Marca España» no quede por los suelos.