Nos han dicho que hay un día de la salud mental pero ni siquiera lo sabíamos. Hemos hecho funcionar nuestro grupo de apoyo mutuo durante años sin necesidad de ayudas oficiales, pero no porque no las necesitáramos. Cuando pensamos en lo que necesitamos las personas con esquizofrenia u otro malestar psicológico grave, lo primero que nos viene a la cabeza es ocultarnos para que nadie lo sepa, apartarnos. En parte es porque sentimos que nos miran, aunque sepamos que no es verdad, y eso es muy incómodo. Por otra parte, porque en cuanto lo saben se apartan de nosotros o podemos salir malparados -ya que cuando la gente puede rebajar al débil, para con ello sentirse superiores, lo hacen-. Cuando vamos a la panadería y oímos que dicen de alguien «mira, este chico está loco», callamos y reímos por dentro. Seguro que os habéis encontrado con un esquizofrénico en la calle delirando. Habréis pensado que quizás esté borracho, quizás habéis pensado que es un drogadicto, quizás que no debería estar por la calle, que estaría mejor recogido en algún centro. Siendo esquizofrénico, cuando he visto a otro con una crisis solo he pensado que iba a recuperarse con un 99% de probabilidades. Se puede pensar que entre lo que sentimos y nuestro apartamiento y el cómo nos sienten y nos apartan, hay una relación.

Cuando en nuestro grupo hablamos de lo que necesitamos las personas con una esquizofrenia o un malestar psicológico grave, hablamos de cosas de las que habla mucha gente. Por ejemplo, con dos hijos pequeños, viviendo solos, con 300 euros al mes y padeciendo alucinaciones a las que ya no haces caso porque siempre te engañan, ¿qué necesitas?, ¿medicinas? Estas te atontan, mejor usarlas en último extremo. ¿Un bono público para pagar una parte de la compra básica, o el agua y la luz, o los libros del colegio?, ¿una vivienda en condiciones? Pues mejor. Por ejemplo, viviendo solos con una pequeña pensión, ¿qué necesitas? Apoyo en casa para poder mantenerla en condiciones de habitabilidad, que puedan atenderte en casa si padeces una crisis y así no tener que ir al hospital, que es una experiencia muy desagradable. Si vives con tus padres y hermanos, y hay problemas de relación, ¿qué necesitas? Pues que se trabaje con la familia en su conjunto para mejorar las capacidades y evitar las discusiones, y una vivienda para poder salir de allí si no hay otra solución. Si pasas todo el día en casa y no tienes un euro, ¿qué necesitas? Trabajo, y si hay mucha gente sin trabajo que éste se reparta. Si tienes tics o a veces hablas solo, ¿qué necesitas?: que no te agredan, que no te excluyan de entrada cuando te presentas a un empleo.

Sin embargo, las respuestas que encontramos no siempre van en el sentido de lo que necesitamos. Nos hemos quejado de las cámaras de video en las unidades de psiquiatría de los hospitales que atentan contra nuestra intimidad, nos quejamos de las leyes que van en contra de nuestra autonomía y libertad personal, nos quejamos de que nos incapaciten y nos asignen tutores públicos que acaban metiéndonos en una residencia para siempre, «por nuestro bien». Nos quejamos de la falta de garantías para proteger nuestros derechos en los ingresos.

Frente a todo esto, en el grupo tratamos de ayudarnos unos a otros. Nos reímos. Salimos a comer juntos. Tratamos de curarnos cuando nos ponemos enfermos. En realidad, nuestra propia ayuda y la ayuda de nuestros amigos es tan importante como la ayuda oficial que da la sociedad. Son la carencia de ayudas oficiales o la presencia de «ayudas» peligrosas para nosotros las que nos mueven a ayudarnos entre nosotros. Nuestro grupo ha tenido la suerte de poder elaborar estrategias para prevenir recaídas, y hemos experimentado cómo nos podemos curar de una crisis entre nosotros. Hemos aprendido de nosotros mismos y confiamos en nuestra experiencia. Y, ¿cómo se puede prevenir una recaída? Un amigo del grupo empezó con la pesadilla del no dormir. Me llamó y le dije que enseguida iba a su casa. Lloraba diciendo que no quería acabar su vida en un centro. No podéis imaginar lo que me costó convencerle de que sí iba a dormir. Veía a mi amigo en peligro. Le escuchaba, tenía confianza en su recuperación y se lo transmitía. No sé cómo pasó pero lo vi dormirse. Al día siguiente estaba como nuevo. Si no hubiese dormido hubiese sido uno de los que he visto por la calle delirando noche y día, o hubiera acabado ingresando en el hospital, un lugar en donde no lo pasas bien. Desafortunadamente, de todo esto, la mayor parte de los médicos, enfermeros, psiquiatras y psicólogos no saben nada.

¿Qué esperamos del Estado? Poco. Los «dependientes» salimos de unos puntos de partida desfavorables. Para que nos podamos situar al mismo nivel que la población «normal», el Estado debe compensar estas desigualdades para que todos sin excepción tengamos igualdad de oportunidades y obtengamos la dignidad, autonomía y capacidades plenas que nos corresponde como parte de la ciudadanía. Algunos de nosotros esperamos una vivienda, medios económicos y trabajo para sobrevivir. Cosas de locos.

? Firman también este artículo Purificación Pol Yanguas y Jorge Luis Morales Cevallos, en representación del Grupo de Apoyo a la Esquizofrenia