Nuestro conseller de Transparencia, Responsabilidad Social, Participación y Cooperación de la Generalitat Valenciana, don Manuel Francisco Alcaraz Ramos, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Alicante, miembro que lo fue de la dirección de Esquerra Unida y del Consejo Federal de Izquierda Unida, ha publicado un artículo -día uno de noviembre- en el diario INFORMACIÓN, titulado: Himno. Rey. Economía. En este, nada más comenzar a exponer, afirma (sic): «El mes de octubre es mes de Himnos. Los Himnos son importantes porque empiezan con H. La teoría no es mía, que quedó expuesta en antológico capítulo de aquel facha simpático que fue Enrique Jardiel Poncela?», y sigue con sus comentarios intrascendentes. No es que me haya sorprendido la forma despectiva que usa el profesor Alcaraz para referirse a Jardiel, dado que su condición política, al parecer, debe, por definición, estar ligada al uso de la expresión «facha» para cualquiera que no comulgue con sus ideas de «progreso». Pues bien, profesor, al grano.

Jardiel Poncela, uno de los más importantes escritores que ha tenido España en el siglo XX, además de educarse en la nada sospechosa Institución Libre de Enseñanza y en el tampoco dudoso sistema del Liceo Francés, o en el prestigioso Instituto San Isidro de Madrid, tenía amigos de tan poca sospecha política como Serafín Adame, que no sé si usted sabrá fue condenado a muerte durante nuestra desgraciada guerra civil por pertenecer a UGT, o del mismísimo don Manuel Machado, que fue quien estimuló al muchacho Enrique a escribir, dadas las habilidades que le asomaban.

También fue Jardiel amigo de José López Rubio, que era colaborador de La Codorniz -la revista más audaz, para el lector más inteligente-, nada sospechosa de amparar al nuevo régimen. No sé si sabe usted que, Enrique Jardiel, fue uno de los ilustres colaboradores de la revista Buen Humor, que en los años 20 revolucionó la literatura humorística española, situándola al nivel de las mejores de Europa. Lo mismo que la publicación Gutiérrez, que tuvo el honor de contarle entre sus escritores.

Por cierto, que en esa revista Buen Humor publicó nuestro, por alicantino, pintor-dibujante Luis Casteig Torregrosa (1897-1926), según lo he escrito en el libro que intenta desarrollar su biografía y con el que llevo más de dos años dando vueltas, por ver quién lo publica.

No creo que usted, al referirse al ideario «facha» de Jardiel Poncela, se refiera a que en 1938 fuera detenido y sometido a los tratos habitualmente «democráticos» de una de las «checas» de la capital de España -no hace falta, a estas alturas, que explique qué era eso de las checas-, acusado de haber escondido en su casa a don Rafael Salazar, ministro de la Segunda República, ejecutado, por cierto, por el sistema republicano unos meses después. O quizás se refiera usted a que tuvo que salir «chutando» de nuestro país y exiliarse en Francia (no sé qué manía le habrían cogido los chicos del Frente Popular), huida que terminó con su regreso en 1938.

Este «facha», ya sabe, señor Alcaraz, murió pobre y abandonado de todos, en 1952, en el «esplendor» de la represión franquista. Es al menos curioso que don Enrique Jardiel acabara sus días de esta deplorable forma, siendo, como usted profesor escribe, un «facha» divertidísimo, perdón, en verdad usted dice, «facha simpático», discúlpeme este lapsus.

¡Ay! Qué fácil es señalar y etiquetar a los demás, caiga quien caiga, con o sin pruebas. Es la manía dialéctica de una izquierda desteñida de sus colores, inculta de sus principios.

¿No le parece señor profesor-conseller que es esta patética posición dialéctica, de la que usted ha hecho gala en este artículo, la que nos ha alejado a muchos de las posiciones de izquierda-centro izquierda?

Un saludo, señor Alcaraz, conseller responsable de lo Social y etcétera.