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Javier Mondéjar.

Cuentos del Indignado Burgués

Javier Mondéjar

No molesten, estamos operando

Oído mil veces en radios y televisiones: «Dedicamos el cien por cien de nuestro tiempo y nuestro trabajo a solucionar los problemas de los españoles, no nos ocupamos ni un minuto de mirarnos el ombligo». Pero qué mentirosos que son estos políticos, ¿a quién creerán que engañan con estos argumentos sacados del Manual del Perfecto Gabinete de Prensa, editado en 1820 por Caspa's Publishers? ¿Dudará alguien de que el político es un animal dedicado las 24 horas del día a su promoción personal, a la de su familia y a la de su grupo? Si, ya de paso, resuelve algo de los ciudadanos es porque va camino de convertirse en santo milagrero, pero yo me conformaría con que no estorbara. Como bien dice Montoro (es en lo único que he coincidido con ese personaje): «No molesten, estamos operando».

Siempre he pensado que lo mejor que pueden hacer los políticos por los ciudadanos es fastidiarnos lo menos posible. En temas sociales el liberalismo me parece una buena política que podría resumirse en la frase de que «tu libertad acaba donde empieza la mía» y ya tengo muchas más dudas sobre el liberalismo económico porque, como nos ha demostrado la crisis, los mercados son absolutamente incapaces de regularse solos y el ultraliberalismo sólo produce más descontrol, mucho más egoísmo y unas maniobras de ingeniería por la que los altos ejecutivos cobran bonus cuando las empresas van bien y cobran más bonus cuando las empresas van mal. Y a los trabajadores que les parta un rayo, claro, que para algo son prescindibles, sustituibles e intercambiables.

Muy perdido -o muy pirata- tiene que estar o ser el empresario que no opine que lo mejor para los negocios son reglas de juego claras y estrictamente reguladas para que quien pise la raya roja vuelva a la casilla de salida. Los que se saltan las normas son un peligro para la sociedad y una competencia desleal para el resto, pero lo que la mayoría de empresarios tienen claro, la sociedad no lo tiene tanto y mete a todos en el mismo saco. Me temo que es el momento de hacer una labor muy didáctica para, de nuevo, cambiar la percepción que la sociedad tiene de la economía y eso no es nada fácil con instituciones y asociaciones empresariales enfrentadas entre sí o directamente en suspensión de pagos.

Más que nunca sería importante llevar a los ciudadanos un mensaje común nada complaciente con la especulación, radicalmente enfrentado a la corrupción y furiosamente independiente de los poderes públicos. Y no sólo ahora que mandan en nuestra Comunidad y en la mayoría de ayuntamientos los que teóricamente no son el equipo de los «buenos» empresarios -que «como todo el mundo sabe» son de derechas- sino siempre y en todo lugar, porque de tanta coba con el poder se ha conseguido que los dirigentes no respeten el mundo empresarial excepto para hacerse la foto, que eso no cuesta.

Desde la Administración se está lanzando el mensaje directo de que «no pueden ser parte de la solución los que fueron parte del problema», lo que, de nuevo, es llevar los conceptos simplistas a la máxima expresión, disparando a bulto. Si yo formara parte de sus estrategas les diría que además de muy injusto es una pésima política, pero me imagino que ahora mismo estarán liados con las elecciones generales y el resto les da como igual. Me creería el mensaje, si no fuera porque ahora y en cualquier momento del año, pero en otros tiempos al menos disimulan, juegan a lo ocupados que andan por el bien de los españoles y -para nada, para nada- mirando por el futuro de sus propios culos.

Pero, desengáñese, señora, una vez hayan conseguido acomodo en sus listas, cerrados sus puzles de si tú te vas aquí yo me voy allá y con un panorama de cuatro años -al menos- de buen vivir, si te he visto no me acuerdo. Seguirán a sus rollitos, es decir, como repiten a menudo, a desvivirse por el bien de los españoles y no ocuparse ni un segundo de sus trifulcas internas ni de sus promociones personales. Miau.

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