Ya no sabe uno qué pensar. Los mismos de la CUP que le mostraron una zapatilla a Rato por su corrupción, se reúnen con Mas, el del tres per cent, para pactar Dios sabe qué. Lo malo de reunirse es que se sabe. No sabemos quién habrá contado la reunión, pero como habrán hablado de jodienda, pues se sabe. Da grima pensar que el dinero robado no es tan robado si lo hacen algunos de los nuestros. Nuestros hijos de la patria catalana camino de su verdadera república.

Una parte de los de Podemos de Cataluña, que tienen más nombres que estrellas en el firmamento, apoyó a una señora para presidenta del Parlament. Y en «cuantico» la señora dijo este micrófono es mío, se hizo pipi en el 50% de los que no eran de su bando. A eso lo llaman respetar la voluntad del «poble». Tanta algarabía para que los de Podemos lo hagan a la forma venezolana. Coges a un fiscal y metes a la cárcel a los que no son tuyos.

El problema tiene solución, pero yo no la tengo. Sí creo, que de seguir por el camino trazado por unos independentistas, nos va a tocar decirles «hasta aquí hemos llegado». Mientras gritan «Vixca la República Catalana» no oigo a ninguno de estos pedir que devuelvan toda la pasta robada por el clan Pujol y el partido de convergentes. Si es posible que la estrategia tenga más molla de la que se ve. En medio de un robo masivo de los hijos del President, vamos a por la independencia, que «els diners» eran de nosotros, no de España.

Tiene su lógica. Para que todo se «enmerde» y no haya por donde terminar, o empezar, mejor seguir por el camino del no retorno. Todo un Parlament haciendo que necesita no cumplir la ley. Si Pujol no pagaba su renta correctamente, si se llevaba la pasta a Andorra, y ahora la mueve para otras islas, si el partido reinante cobraba mordidas y recogía sobres, ¿cómo coño quieren ustedes que estos respeten la ley?

La ley se la pasan por el forro de la chaqueta, o por la caja fuerte repleta de billetes grandes. En democracia nada hay más importante que la ley, por eso se procesa a Urdangarin, a Rato y a Pujol. Porque si no tuviésemos leyes, la anarquía de la CUP que le mola, o un partido fascista monolítico regiría nuestros destinos. No cumplir la ley, o no hacerla cumplir, es el primer síntoma de una sociedad enferma. La libertad no se negocia, y la ruptura de la ley, sin cambiarla democráticamente, es el ejercicio más dictatorial que se conoce.

A mí hay leyes que me asquean, pero las cumplo a pies juntillas. Y eso es lo que tenemos que hacer todos. Y lo que no nos gusta se cambia con votos. Y los votos no se escudan en mayorías simples para violentar la ley a su antojo.

No va a ser fácil salir de una encrucijada que es un puzzle en el que faltan fichas. Pero lo verdaderamente indignante es el silencio cómplice de los que piensan que no pasa nada no cumpliendo la ley. O los equidistantes que buscan salidas folclóricas-semánticas para estructurar un sistema federal como si eso reclamase la otra parte.

No es fácil. Pero a mí que no me busquen entre los que piensan saltarse la ley. Quiero luchar democráticamente para hacer cambiar las leyes que no me gustan, pero aceptando que violentar la misma esencia de la convivencia para diseñar un modelo de sociedad cerrada no es mi meta. Y me tendrán enfrente. Sin violencia, pero enfrente.

Se está oscureciendo y una banda de forajidos que asaltaron la economía catalana con el 3% quieren ahora decidir el futuro de todos. Suena muy mafioso y muy perverso. Y tanta gente buena en Cataluña esperando una solución sensata. Se perdió el «seny» catalán cuando oficializaron el robo y no lo criticaron. Si ahora todos los independentistas se juntan para silenciar la corrupción habrá sido como una convención de la mafia. Sólo me queda por saber si al final de la reunión entre la CUP y Mas se produjo el beso de la mafia. Y cerramos el círculo.