Que día tran triste, este 29 de octubre. Mi mejor amiga con la que he compartido tanto en los últimos 33 años se nos ha ido para siempre. Mila Garcia-Casarrubios Olivares has querido vivir tu enfermedad y tus últimos momentos desde la intimidad de tu familia y tus más allegados entre los que he tenido el honor de estar siempre.

Qué tristeza inunda mi corazón y el de mi familia, te has ido, nos has dejado y no es justo. Estoy muy enfadada con el mundo porque no te merecías irte tan pronto y dejarnos huérfanos de tu presencia. Esta cruel enfermedad es despiadada y nos ha privado de tu alegría, tu amistad, tu fidelidad, tu complicidad y no puedo perdonarle al destino esta mala jugada que nos ha gastado. No me hago a la idea de que personas buenas como tú, nos dejen tan pronto.

Nuestra amistad se inició en 1982, cuando llegué a Alicante, desde entonces nuestros caminos estuvieron siempre juntos en el ámbito laboral, en Oxiven, luego en el V Centenario y por último en el Teatro Principal de Alicante pero nuestras vidas también estuvieron unidas por una gran amistad más allá de nuestro cariño como compañeras.

He sido muy afortunada porque en tanto tiempo, he ido atesorando recuerdos que me enriquecerán todos los días de mi vida. 33 años, día a día, en los que hemos reído, llorado, enfadado, pero has sido una gran persona que nunca ha fallado a tus amigos. Tú y Marilés habéis sido una prolongación de mi familia. ¡Ay mi manchega, cuánto te queremos y cuánto te echaremos de menos!

Multitud de recuerdos en estos años en el Teatro, tu casa, nuestra segunda casa, tus felicitaciones de Navidad que esperábamos todo el año con impaciencia, nuestras conversaciones, nuestros viajes, siempre has estado conmigo cuando te he necesitado, para ayudarme, apoyarme y cuánto hemos reído y llorado juntas.

Qué gran persona se nos ha ido, luchaste hasta el final y nunca te diste por vencida. Nos has dejado un gran legado y hemos aprendido contigo que la perseverancia puede ganarle a la adversidad. Tú lo has hecho porque siempre estarás con nosotros.

Como decía William Shakespeare a los amigos que tienes y cuya amistad ya has puesto a prueba, engánchalos a tu alma con ganchos de acero y mi alma lo estará siempre a la tuya.