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Francisco Esquivel

Para lo que sí se mueven

Si el presidente del Gobierno se hubiese activado una milésima parte del sprint que se ha pegado Eva Ortiz para que las Corts suscriban un manifiesto en defensa de la unidad de España, de la soberanía nacional y contra la declaración de independencia catalana, otro gallo estaría cantándonos. O sea, lleva el timonel del Estado, que es a quien le compete de lleno el dramón, una legislatura completita repitiendo que la pretendida secesión no es un problema porque la ley ni la contempla, y ahora viene el conjuntazo popular de aquí, recién desprovisto del sancta sanctorum tras veinte años en los que la Comunitat ha quedado como un erial, y pierden el culo por ofrendar nuevas glorias a España cuando a los aborígenes nos han dejado para el arrastre. ¡Venga ya!

Con este sesgo de iniciativas, la travesía del desierto apunta a superar incluso los cuatro lustros de mamandurrias. La gente está para todo menos para tonterías y, de paso, pueden lograr algo impensable hasta hace dos días como es consagrar al síndic del pesepevé, Manolo Mata, quien ha salido al paso con bastante altura de miras al sentenciar que «la solución es la política y no el politiqueo» tras mostrarse partidario de actuar solamente cuando se produzca una «declaración conjunta entre Rajoy y Sánchez que ilumine al resto de parlamentos sobre la solución» porque el asunto es «demasiado serio».

Lo que busca, sin embargo, la coordinadora general del pepé por estos contornos es sacar el mayor rédito posible a base de agitar la tempestad para abrir aquí también cuantas más heridas mejor y coadyuvar a convertir un asunto de Estado como una catedral de grande en una feria. Y no se puede decir que en ese terreno carezcan de currículum a lo largo de la reciente historia patria. Al revés. Le han cogido el gusto y ahí no tienen rival. Se menean más que el negro de Fama.

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