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Desde mi terraza

Luis De Castro

Mi buena gente

Margarita (Verónica Forqué, entrañable y sensible interpretación) es la protagonista de la obra Buena gente que acabamos de ver en el Teatro Principal; ella y los personajes de su entorno son buena gente enfrentada a un mundo hostil, pero el mérito de la obra americana es que se nos muestra muy próxima y muy española gracias a la versión (y dirección) de David Serrano, que procede del cine y la televisión, pero de actualidad teatral por la obra que nos ocupa y por Lluvia constante, un verdadero banquete teatral protagonizado por Roberto Álamo y Sergio Peris-Mencheta que ojalá veamos en Alicante. Cuando uno ve una obra teatral como Buena gente, sencilla en su producción pero que va directa al corazón y desemboca en la cabeza, bien interpretada y bien dirigida, confirmo mi opinión de lo que debería ser siempre un teatro comercial digno. Y uno piensa de inmediato en la gran suerte de estar rodeado de buena gente, aunque a lo largo de la vida haya tropezado con tres o cuatro hijos de p? ( no muchos más) cuya huella borró la lluvia y el viento; y a esa buena gente procuro cuidar y conservar por lo mucho positivo que me aportan. Naturalmente, entre este grupo se encuentra la gente del teatro, material sensible que se enfrenta a un profundo estudio sicológico de los personajes, lo que agranda su comprensión de los seres humanos. Los componentes del mundo artístico son, por lo general, buenas personas que a veces se muestran contradictorios porque la introspección a la que se ven sometidos constantemente hace que afloren sentimientos y actitudes inesperadas. Conozco bien a mi buena gente; y aunque esté apartado laboralmente del medio, me enorgullece contar con verdaderos amigos entre la familia teatral, con muchos de ellos estoy en continuo contacto, recibo información, comprendo actitudes que no todo el mundo comprende y disculpo sus arrebatos de vanidad o de divismo porque son consecuencia de la profesión a que se dedican. Ahí tienen, por ejemplo, a Concha Velasco; la he seguido desde que la conocí en 1974, es decir hace cuarenta y un años, tanto profesional como personalmente; siempre me admira su ilusión y su entrega en el trabajo, actualmente terminando su gira con la obra Olivia y Eugenio (en diciembre en Alicante) pero ya enfrascada con el estudio del personaje de Juana la Loca, atiborrándose de libros para entender mejor a la desgraciada reina a pesar de que hasta el mes de marzo no iniciará los ensayos «reales», nunca mejor dicho. Ahí tienen la primicia de la foto del futuro cartel anunciador de la obra de Ernesto Caballero, un monólogo que dirigirá Gerardo Vera (responsable del exitoso Agosto y ahora ensayando Los Hermanos Karamazov) y que finalmente llevará por título Reina Juana. Espero que al nuevo director del Teatro Principal no se le escapen ni este ni otros trabajos en gira o en proyecto, porque servirá para que el público languideciente recupere el brío de unos años en que Alicante fue considerada la capital del teatro en España. Ciertamente ahora tenemos mayor actividad teatral; la llegada del Teatro del Mediterráneo, asentado en la prestigiosa Aula de Cultura, ahora entronizada en la Fundación CAM, pretende llenar el hueco de un teatro interesante que no suele incluirse en la programación de las otras salas. Pero, en mi opinión, corre el peligro de tener una vida corta puesto que el público no responde en la medida que es necesaria. ¿Demasiado pronto para una mayor respuesta? ¿Precios altos

La Perla. «Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la buena gente». (Gandhi)

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