Una de las cantinelas que vuelve a cantar el PSOE cada vez que hay elecciones es la de la laicidad. Estoy de acuerdo en parte con ella. Por ejemplo, me parece muy bien que desaparezcan la cruz y la Biblia de las ceremonias de juramento de los ministros. Que cada uno se lleve lo que quiera para prometer el cargo: su Biblia, la foto de su churri, o ese catálogo de centro comercial que pone en letras grandes «Yo No Soy Tonto». A gusto del consumidor. Lo importante, es que luego no roben. Da igual cómo lo prometan, ¡pero que lo cumplan!

Lo que ya no me parece tan bien, es que quieran expulsar la religión de la escuela, de cualquier plan de enseñanza. Ahora que el PSOE ha quitado el puño de su logo, y lo ha sustituido por una florecilla, la toma otra vez contra la religión, especialmente la católica, que ya ves tú. Y así de paso, se cepillan a la religión musulmana, que eso es algo que da mucho miedo, y no se meten en el lío de tanta iglesia protestante, etcétera, que se nos viene encima con la emigración y por la actividad proselitista de sus miembros.

A mí todo esto me parece una estrategia electoral cortoplacista que dice mucho de lo mal que están los cuadros y la estrategia de eso que fue el PSOE. Porque todos los seres humanos buscamos la felicidad, tenemos ese impulso originario e íntimo de búsqueda de la plenitud, y una de las formas de buscarla es a través de la religión. Desde que existen humanos, hay enterramientos. Y el enterramiento implica creencia en el más allá. Y de todas maneras, dejen a los padres que elijan si sus hijos tienen religión o no. Es mejor que la escuela pública enseñe religión católica, musulmana o la que los padres demanden, porque así los poderes públicos legislarán qué se enseña y con qué libros en cada escuela, y habrá una selección del profesorado. Si echan la religión de la escuela, se enseñará en otros sitios. Y en el caso de la religión musulmana, en mezquitas-garaje, y allí hay imanes no muy recomendables. Los futuros yihadistas se formarán en esas mezquitas, tal y como ha pasado en la muy laica Francia.

Una visión realista de la sociedad del siglo XXI implica comprender que la religión es importante para cada vez más gente, precisamente porque todas las demás certezas de las antiguas religiones laicas (las ideologías) han desaparecido del mapa. El siglo XXI es New Age, y está lleno de religiones. Mejor regularlas y aceptarlas. La nación, la raza, el internacionalismo del movimiento obrero, están desaparecidos en combate. La ciencia como religión, deja mucho que desear, porque nos ha traído comodidad, pero también cambio climático y más destrucción. Y no es cierto que ciencia y religión deban combatirse mutuamente. La razón, lleva a creer en Dios de forma natural. El hecho de que una sola cadena de ADN humano contenga 3.551 millones de nucleótidos perfectamente ordenados, lleva a mucha gente a creer en un Dios que nos ha creado por bondad y para el bien. La soberbia intelectual de los racionalistas del XIX convence a cada vez menos gente. Si no cambian el discurso, vendrán otros Podemos a robarles la merienda. Cambien de chip, pero me temo que no tienen remedio. Llevan mucho tiempo amodorrados en sus escaños jugando al Candy Crush sin pensar.