Mientras el novísimo presidente de la Diputación anda a paladas haciendo trincheras contra la Generalitat Valenciana, la capacidad de gestión y de transformar nuestra provincia se le escapa por entre los dedos, como si fuera arena de playa. Es sorprende la patética aptitud de un PP que ha pasado desde la displicencia más vergonzosa ante el Consell, cuando gobernaba Camps o Fabra, a la beligerancia más absurda ahora que hay un socialista en la Presidencia del gobierno valenciano. Digo yo, socialista que confía y cree en las capacidades de las diputaciones, que entre una actitud y otra hay un término medio, virtud aristotélica que el PP debería sumar a sus posicionamientos políticos si quiere que la ciudadanía vuelva a confiar en ellos alguna vez, que espero que no.

Y mientras tanto, abandona sus verdaderas potencialidades. Las capacitaciones de que dispone una institución que sufre el descrédito de alguno de sus gobernantes, pero que puede -y ha sido- una herramienta vital para muchos ciudadanos alejados de los centros de poder que representan los grandes municipios. Un espacio al que, por su tamaño, nunca podrían llegar instituciones superiores como la Generalitat.

Distraídos en mil cosas sin sustancia, los presidentes Sánchez y Sepulcre, dejan sin cuidado organismos vitales como SUMA, la agencia tributaria de la que dependen cientos de servicios públicos que ofrecen municipios gobernados por políticos de uno u otro partido. Porque SUMA, ese gran invento de un socialista como Antonio Mira-Perceval, no es más que una garantía para la prestación de políticas públicas en los municipios. La entidad tiene un carácter exclusivamente público, aclaración para algún trasnochado que confunde la eficacia en la gestión con lo privado, y tiene entre sus objetivos recaudar tasas e impuestos en una economía de escala a favor de los ayuntamientos que la ha convertido en un referente mundial. Sin exageraciones.

El éxito es, sin duda, de los casi 500 trabajadores que se empeñan con profesionalidad y rigor a dar de sí lo que mejor tienen, no olvidando nunca su sentido de servicio público. Hay muchos ejemplos, pero siempre pongo a la directora de la oficina de mi pueblo. Todo un ejemplo, aunque no el único.

Es lamentable que entre palada y palada para hacer trincheras sin sentido y poco productivas se ponga en entredicho y bajo sospecha la utilidad de SUMA. Entidad que ofrece liquidez, da garantías de viabilidad y confianza a los servicios sociales, deportivos, culturales, educativos, etcétera, de los ayuntamientos. SUMA es aire para respirar a muchas corporaciones, en tiempos de crisis especialmente, pero no sólo.

Lamento algunos comentarios que ensombrecen el trabajo de esta familia que se llama SUMA. Lamento la parálisis -política claro- a la que someten a este entidad. Critico la miopía de los dos partidos que intentan dirigir la Diputación, PP/Ciudadanos.

Hay mucho que hacer. Y SUMA lo sabe hacer. Hay que enfrentarse de una vez por todas a la realidad laboral de los trabajadores de SUMA que reclaman, y con justicia, su funcionarización. Hay que mejorar la relación entre SUMA y los ayuntamientos, siempre buscando mayores beneficios que los ofrecidos en la actualidad. Hay que seguir invirtiendo en I+D+i, verdadero secreto de SUMA en sus modelos de gestión. Hay que considerar ejemplo a SUMA para futuros organismos, como una hipotética agencia tributaria valenciana. Hay mucho por hacer, pero sólo espero una cosa, que no le resten a SUMA.