Qué les pasa a los políticos actuales? Si observamos día a día, se han ido testimoniando actuaciones «revanchistas» y formas poco ortodoxas que han culminado con descalificaciones e incluso amenazas.

Al margen de que las formas pierden a determinados políticos, yo le pediría a la alcaldesa de Jerez, y a muchos otros, lo que durante años he venido diciendo a mis alumnos: «No afirmes nada que no puedas demostrar y no creas nada que no puedas comprobar». Dicha afirmación, que tiene su origen en la Ilustración, al parecer poco o nada tiene que ver con actividades sectarias y que trascienden a la buena y correcta educación y respeto, con cientos de amenazas entrecruzadas, donde se insulta, se amenaza y se injuria al otro al amparo de una pretendida libertad de expresión.

Ese no es el camino, ya que el quehacer diario nos demuestra que el rencor solo produce enfrentamientos y me cuestiono, ¿dónde tenían guardado el rencor los políticos de nueva impronta?, ¿en qué fuentes han bebido? ¿Qué han leído, suponiendo que hayan leído algo? En fin, desde mi modesta posición de profesor de Deontología, manifiesto y afirmo que la ética siempre es sinónimo de respeto.

Siempre he defendido que en todas las profesiones debería de existir dicha asignatura y para dedicarse a la política se debería exigir un cursillo de ética, cuyo contenido sería básicamente el estudio de los modos de comportamiento profesional con arreglo a la moral como conjunto de reglas de actuación, así como un cursillo de historia, porque la ignorancia se puede superar leyendo un poco, ya que querer es poder, y como decía Confucio, «el buen maestro llega solo cuando el discípulo está preparado».

Y para todo ello necesitamos alejar el tremendismo de nuestras vidas y hacer política con letras mayúsculas, con toda libertad, sin coacciones, ya que la verdad no deja de ser verdadera por el hecho de que no se conozca y los ajustes de cuentas queden para la Revolución Francesa, puesto que si no me equivoco, estamos en el siglo XXI, y digo yo, ¿no será todo ello consecuencia de los continuos cambios de planes de estudios y la propia ausencia cada vez más frecuente de las humanidades en los mismos? ¡Vaya usted a saber!