Buena gente
Teatro Principal de Alicante
De David Lindsay-Abaire.
Versión y dirección: David Serrano.
Quiere acercarse a la vida como si fuera un documental o un reportaje que haga sentir al público realidades cercanas. Aun así, y no es que sea un defecto, asoma la teatralidad y se acentúa mediante un escenario con ligeros cambios de escenografía que realizan los actores. Esto destaca al abrirse dos puertas grandes que dan lugar al atractivo salón del acomodado matrimonio. El médico y la catedrática con problemas de relación que se alteran algo más con la inesperada presencia de una antigua amiga del barrio, ahora en paro, y el amor adolescente de él. La interpreta Verónica haciendo de Forqué. La actriz de siempre copiándose a sí misma con las peculiaridades de su expresión verbal, lo que no representa ningún obstáculo para sus amplios seguidores. Sea como fuere, su tono de sinceridad, ingenuidad, ternura e ironía humaniza lo que toca dejándose invadir por las características de su papel. Una tarea con ese entrañable sello que en términos generales atrae a los espectadores. Los demás miembros del reparto están totalmente a la altura de las circunstancias. Juan Fernández nos transmite su serena maestría con un cometido de triunfador. Pilar Castro asume un par de personajes muy distintos. Y Malena Gutiérrez y Diego Paris imprimen también autenticidad a estos sencillos pasajes que, gracias a todos, divierten con algunas chispas, sin estridencias, y emocionan con las problemáticas que van surgiendo. A unos les va mejor y a otros no. ¿Suerte? Hay que buscarla dentro de las dificultades. Pensar y actuar bien son indispensables, y toda causa tiene su efecto. La pieza teje las escenas en torno a la difícil situación de la protagonista. La habilidad del autor estadounidense David Lindsay-Abaire y del responsable de la adaptación, David Serrano, director del montaje, alienta los minutos, sean de relleno o los más notables. Ella va en busca del trabajo perdido y de nuevas oportunidades. Todo un desafío para esta madre soltera con una hija mayor y deficiente (a la que no se ve). La desesperación puede empujar a sobrevivir a toda costa, a pasarse o a la mentira. En este caso sin dejar de ser lo que el título de la obra señala. Es decir, Buena gente.
