Celebramos San Crispín y, con ello, nos reencontramos con nuestra tradición, nuestra cultura y nuestra trayectoria como comunidad. Además, este año damos la bienvenida a la Cátedra Institucional del Calzado «San Crispín» de la Universidad Miguel Hernández de Elche que, sin duda, aportará conocimiento, experiencia e investigación a uno de nuestros signos de identidad más característicos.

Un signo que se une a otros como el Palmeral o el Misteri, o nuestra Dama, para convertirse en un rasgo definitorio de la realidad de Elche. Pocas ciudades son conocidas por el carácter dinámico, decidido e innovador de sus emprendedores, y Elche es una de ellas, lo que supone una ventaja competitiva a tener muy en cuenta.

También son contadas las ciudades que tienen una diversidad como la nuestra en lo que a su tejido socioeconómico se refiere: normalmente hablamos de ciudades industriales, o agrícolas, o de centros de servicios, pero raramente encontramos un término municipal como el nuestro en que se dan cita una realidad industrial y comercial consolidada, unas posibilidades turísticas y de servicios muy considerables y un potencial agrícola con un futuro prometedor.

Tenemos que ser conscientes de que esa diversificación económica es una fortaleza, y que a ella contribuye de manera muy notable la fabricación de calzado, sus industrias auxiliares y sus redes de comercialización. La industria del calzado, todos lo sabemos, ha sido determinante para hacer realidad el Elche que hoy conocemos y que no tiene nada que ver con la ciudad de hace unas décadas.

A mediados del siglo pasado la población de Elche comenzó a crecer hasta multiplicar por siete el número de habitantes con el que comenzó el siglo XX, y ello se debió a la grandísima oferta de trabajo que lanzó el calzado a toda España. Pero una cosa está muy clara: si el calzado ha sido importante en la definición del Elche de hoy, mucho más importante ha de serlo en la construcción del Elche que queremos legar a nuestros hijos.

El calzado ha demostrado con claridad su capacidad para superar momentos difíciles. Tenemos ejemplos recientes, todos hemos visto como el sector ha sido capaz de remontar las crisis y, al final del proceso, ser más fuerte, más competitivo y más sólido.

Hoy, el calzado es sin duda el motor económico de Elche. La industria del cuero y calzado representa en Elche el 57% del total de empresas industriales y el 56% del empleo industrial, y tiene una clara influencia en otros sectores como el comercio, los servicios o la industria de componentes para el calzado. Es la fuente directa de 8.317 empleos, agrupa a 834 empresas, registra una inversión industrial de 130 millones de euros (2013) que crece a buen ritmo cada año y tiene una vocación exportadora sobresaliente, ya que más de la mitad del calzado español que se exporta es ilicitano.

De hecho las exportaciones de calzado (cifras globales de la Comunitat Valenciana) crecen cada año, desde los 1.011 millones de euros en 2012 hasta los 1.316,9 millones de euros de 2014, con un aumento de más del 25 por ciento respecto de 2013. Incluso estamos viendo como cada vez más empresas agrupan de nuevo en Elche todas las fases del proceso productivo, creando así empleo en nuestra ciudad y revirtiendo la riqueza generada en el entorno local.

La «deslocalización», la «descentralización productiva» que en otros momentos se llevaba fases de la cadena de producción fuera de Elche y parecía un buen método para abaratar costes y crecer en competitividad en el entorno económico global, está dejando paso a una nueva concepción en la que la apuesta por la calidad, por el diseño, por la innovación y por la formación de los recursos humanos son las bases de un nuevo sistema productivo más sólido y más anclado en el territorio y en el municipio, y con una mayor repercusión en el aumento de la calidad de vida de todos los ilicitanos.

El calzado da personalidad a Elche, dentro y fuera de nuestras fronteras, da estabilidad al tejido económico local y es capaz de generar empleo y elevar la calidad de vida general. Ante esta realidad, es el momento de poner las bases para hacer cada vez más fuerte el vínculo de los ilicitanos con el calzado, de dar forma a un gran pacto local con el sector más emblemático de nuestra economía.

Las administraciones públicas, por nuestra parte, debemos facilitar al máximo las condiciones en las que se mueven nuestras empresas: evitando al máximo las trabas de carácter burocrático, adelantándonos a sus necesidades de suelo industrial, creándolo con antelación y con la calidad que merecen nuestros emprendedores, evitando que se vean obligados a buscar otras localizaciones que sí les den la oferta que necesitan; apostando por la formación de los trabajadores y de los cuadros directivos, maximizando la rentabilidad de recursos presentes en Elche como son el Centro Europeo de Empresas e Innovación, la Delegación de la Cámara de Comercio, la Escuela de Organización Industrial, nuestras Universidades, etc.

En definitiva, creando condiciones para que nuestros empresarios hagan lo que mejor saben hacer: emprender, innovar, tejer redes comerciales con eficacia y con valentía, crear trabajo y riqueza.

El calzado logró en su momento que toda la ciudad, que todos los ilicitanos, se implicasen con él e hiciesen de esta actividad el núcleo central del trabajo familiar de manera que, al final del proceso, el calzado ya no era sólo una actividad económica, era también una tarea colectiva, un símbolo de la ciudad y un vínculo entre todos nosotros.

Esta característica de elemento cohesionador de la industria del calzado, su contribución a la definición del estatus de referente industrial de Elche, del carácter de gran ciudad del que hoy disfrutamos, y la gran aportación a la estabilidad y a la calidad de vida de los ilicitanos, es lo que quiero en este momento destacar, reconocer y agradecer de forma expresa.

Tanto a los empresarios, que con su carácter decidido y su apuesta por la innovación han hecho realidad un tejido económico muy sólido como a los trabajadores, que con mucha dedicación profesional, un gran esfuerzo de cualificación y una implicación ejemplar han hecho del calzado un vínculo imprescindible para el futuro de todos los ilicitanos.