La falta de amor de unos padres a un hijo es el maltrato más devastador que se conoce. Sobre todo si es la madre quien no es capaz de compensar a un hijo cuando se siente frustrado, ni entenderle dándole seguridad con algo tan esencial como un abrazo y afecto. Esa es la ayuda que necesitan los hijos en momentos de emociones negativas y la medicina para ayudar a los chavales a ser fuertes y navegar por la vida. La seguridad en uno mismo proviene siempre del primer amor que se recibe y si falta afectará a la psique. Antes los hijos se dirigían a los padres hablándoles de usted. El padre era el jefe de la familia y todos los miembros le obedecían. ¿Era por miedo o respeto?

El padre podía dar un bofetón si la conducta de su hijo no le parecía correcta y otro de propina si replicaba por el primero. Tras la Constitución, entramos en la era post constitucional donde el bofetón o agresión hacia los hijos queda prohibida. El hijo puede denunciar al padre, se acaba la autoridad y aparecen los ninis, los que ni trabajan ni estudian ni ná de ná. ¿Se les está dando mucha manga larga a los hijos? ¿Son culpables los padres de las malas compañías o la falta de control?

Estos chavales pasan muchas horas en casa y se hacen dueños del hogar sometiendo a los padres hasta alcanzar la mayoría de edad. Los padres, con la crisis económica, tienen más dificultades para mantener a los hijos y estos exigen dinero para sus vicios, sus adicciones y se junta el hambre con las ganas de comer. ¿Cuál es la consecuencia directa de todo esto? Un aumento en violencia doméstica, es decir, hijos que maltratan a sus padres.

Están en aumento las denuncias de padres maltratados a hijos. En la actualidad es mucho más fácil que antes. La propia policía, cuando comparece por requerimiento de los padres ante estas situaciones, los motiva para denunciar. Los agentes cuando acuden al lugar de los hechos hacen un atestado, por lo que si los padres no van como denunciantes irán como perjudicados y serán llamados por el juez a declarar. Lo curioso es que suelen pedir a su señoría que no le pase nada al chico. El perdón de la víctima. Lo habitual es que el hijo maltratador no esté en ese momento en el lugar donde ha ejercido la violencia contra los padres. Eso no es problema, porque los agentes lo buscarán y detendrán al día siguiente, pasará a calabozos para, a continuación, pasar a disposición judicial.

Más de un 80% de padres renuncia cuando llega al juzgado. Lo primero que piden es el ingreso de su hijo a un centro. Eso por si no lo saben es imposible porque no existen. No tiene el estado economía para estas cosas. ¿Qué suele pasar tras él juicio? Que todo queda en nada, una leve falta si los padres no denuncian. Si se le impone una orden de alejamiento, los propios padres colaboran para que se incumpla acogiéndolos en casa si vuelven. Es la Policía quien puede detenerles por un quebrantamiento de condena con suerte y si les cogen por los alrededores. Es así como suele ocurrir.

Y por mucho que el juez les diga a los afectados padres: «¿Usted tendría un león en su casa? Algún día el que tiene ahora le morderá». La mayoría son jubilados o gente en paro que no se puede quitar a estos tiranos de hijos de en medio. Los que cuentan con mejores medios económicos les alquilan un piso y por lo menos dejan fuera el problema. Muchos de estos hijos maltratadores son esquizofrénicos por consumir drogas y con problemas que se agudizan en otoño y primavera. Son las épocas donde se dan con mayor frecuencia estos problemas. Por ello, los jueces, cuando conocen de estos casos, lo primero que piden al forense es su perfil psiquiátrico.

Un problema es que no hay cárceles para todos, no hay dinero. Otro, que vivimos en un país desfasado donde las leyes, en estos casos, casi protegen al agresor y se convierten en una tomadura de pelo como los derechos fundamentales en China. Los niños, aunque maten, no van a la cárcel mientras que en EE UU un chaval que asesine a sus padres va derecho, luego el juicio y a verlas venir después. En España esto nos parece monstruoso. Los chavales que no son mayores de edad y delinquen, en este país se les ingresa en centros de menores. Muchos de ellos terminan en la cárcel tras cumplir los dieciocho años porque cometen otro tipo de delitos. Son gente inadaptada, con incapacidad de programar el beneficio tras el esfuerzo y con rasgos sesgados de personalidad como decía el criminólogo alemán Schneider. Otro tema que muestra lo desfasados que estamos es el de la herencia en estos casos.

En cualquier país el padre puede dejar la herencia a quien él quiera. En Inglaterra hasta a un gato, mientras que aquí no se puede dejar sin nada a los hijos. Solo si existe maltrato al padre está la posibilidad de que el testador pueda no dejar bienes a los hijos. Por ello es difícil que cuando se ha donado, por ejemplo, en vida algún bien a los hijos pudiera anularse la donación si no estuviéramos ante algo muy grave. A fin de cuentas es un contrato sin precio. Por fin el Supremo estos días ha sentado jurisprudencia revocando la donación hecha por unos padres maltratados por su hija, aunque no exista una sentencia condenatoria penal. El maltrato de hijos a padres es un hecho reprochable socialmente y ofensivo.