Cada día más entusiasmado con mi ser Diógenes cuasijubilado, miro los telediarios en un estado casi de congelación, como un psicópata frío de ánimo, como si no fueran conmigo, como una especie de Gurb que no se entera ni de la mitad de la misa, ese marciano, creación genial de Eduardo Mendoza.

El descuajeringamiento del PP es noticia de portada en todos sitios. La señora Álvarez de Toledo pega la espantá después del varapalo de Aznar y en línea con él. Montoro -el ministro que más me gusta- afea a quienes se avergüenzan de pertenecer al partido y monta un pollo de mucho cuidado. Dimite Arantza Quiroga sustituida por quien no podrá atender a tanto pluriempleo. Los socialistas no se aclaran. Buscan golpes de efecto metiendo en las listas recortes desgajados de Rosa Díez: una que saltó a la fama por apoyar a una comandante acosada en el Ejército. Los andaluces no la tragan porque dicen que los ha ofendido. Todo lío vale para arañar votos en el sitio que sea y de la gente que sea.

Los Ciudadanos se quitan a guantazos los novios de encima de tantos como les salen. Todos los ven como bisagra inevitable para gobernar. En la batalla electoral desatada, nadie se atreve a darles cera por si el 21 de diciembre tiene que llamar a su puerta, suplicante, para no perder sillones. Los Podemos inician una travesía del desierto que nadie sabe dónde ni cómo acabará, hasta la señora Bescansa reconoce públicamente la caída. A ver si alguien convence a Pablo Iglesias de que solo integrando a la izquierda hay posibilidades de ser votado en masa. Los votos que tendrá Izquierda Unida no son despreciables salvo que se esté en la higuera y sin ganas de bajar de ella.

En medio de todo esto, mientras siguen las muertes por ahogamiento de hombres y niños en las islas griegas, resuena una voz anciana y fuera de tiesto -nada contra los ancianos en cuyas filas milito-. Cañizares, cardenal arzobispo de Valencia en un retiro mucho más dorado que el mío, salta a la palestra en un Forum y se hace unas preguntas que ponen los pelos como escarpias -a todos menos a los fachas declarados, que se identifican con ellas y disfrutan-.

¿Los refugiados que vienen son trigo limpio? ¿Son un caballo de Troya? ¿Dónde quedará Europa en unos años? No se puede jugar con la historia y la identidad de los pueblos. Las preguntas y las afirmaciones de monseñor se las traen. Tanto es así, que tras el gran follón montado, el purpurado ha recogido velas y pedido perdón, no sin antes seguir montado en el burro y decir que está siendo objeto de un linchamiento. Todo personaje público, todo el que se manifiesta en cualquier foro -en las Voces y Miradas de INFORMACIÓN, por ejemplo- se expone a ser breado en ejercicio de la libertad de expresión. La misma que ejerce el que habla o escribe.

Jesús de Nazaret es una de las pocas personalidades de primera clase con que la humanidad ha contado y este arzobispo se dice seguidor suyo. Jamás he practicado ese fervor turbio -como decía Renan- que tanto daño ha hecho a las religiones pero reconozco en Jesús a un hombre esencialmente bueno, acogedor, comprensivo, que se mezclaba con prostitutas y con los odiados cobradores de impuestos (el evangelista Mateo era uno de ellos). Jesús de Nazaret fue una personalidad de valores eternamente vigentes, enemigo mortal de hipócritas y egoístas de cualquier clase. Llamaba bienaventurados a los perseguidos, como los que huyen de la Siria desangrada entre el ejército islámico y el dictador Al Asad.

La gente -todos somos la gente- no huye de su casa por capricho. Uno ve personas sobrellevando una vida miserable y, a poco que tengan la menor esperanza de supervivencia, quieren quedarse donde nacieron y donde están sus raíces y lo dice quien ha emigrado mil veces y está hasta los mismísimos moños de mudanzas. Un desplazamiento, y más una huida, es un trauma considerable. Tres mudanzas equivalen a un incendio y yo me he mudado veintitantas veces.

No se huye a la aventura, a ver dónde encuentra uno acogida, por placer. Con idéntico placer con que un obispo va a un cónclave en coche oficial a cotillear, a intrigar y a hacer peña con colegas y conocidos, muellemente hospedado en el vecino monasterio atendido por devotas monjitas.

¿No se puede jugar con la identidad de los pueblos? Pregunte a los miles de conquistadores y conquistados en nombre de la fe eclesial. El mundo cambia y lo hace con la gente que se mueve por mil motivos -huir de la guerra y de las masacres entre ellos- recuerde su eminencia a los que huían de Franco, a los judíos que huían de Hitler. Es la dinámica de la historia y esa dinámica incluye que los países libres acojan generosamente a quienes vienen con lo puesto huyendo de dictaduras y masacres. Si hay algún islamista infiltrado, para eso pagamos a los cuerpos de seguridad e inteligencia. Identifíquenlo y actúen con el Derecho en la mano pero no generalice sembrando el pánico, monseñor.