Ha pasado mucho tiempo, Fernando, pero ahora que no estás entre nosotros, hay algo que exponer por ser tu amigo, ser arquitecto y sobre todo ser alicantino. Recuerda, Fernando, cuando siendo alcalde de Alicante, me hiciste el honor de redactar el Plan General para la ciudad. Estabas muy preocupado por su futuro; tus vivencias en otros países y tu amor por la ciudad, te alentó ilusionadamente y a mí me contagiaste esa ilusión, compartida con el equipo que formé para este trabajo, al que quiero recordarte, Julio Ruiz Olmos, arquitecto, Manolo Calduch, ingeniero, y Pascual Coloma, economista, ya desaparecidos, apasionándonos a todos con tu vehemente obsesión.

Pero aquel plan esta inédito. Aprobado en 1973, fue paralizado y sustituido de hecho, en 1978, por el que ha configurado la ciudad actual, anulando nuestros sacrificios e ilusiones y eliminando la ciudad proyectada, cuya bondad de propuesta y gestión ha sido recientemente valorada por análisis y estudios realizados en la Universidad Politécnica valenciana y que tu situación reciente no me ha permitido conocieses.

Qué lástima, toda tu ilusión y la que en nosotros inculcaste, yo en particular siempre te agradeceré la confianza que en mí depositaste y la libertad de movimientos que me dotaste: nunca tuve la mas mínima presión y eso para un técnico es de agradecer en una actuación como esta.

Pero, Fernando, nadie podrá desconocer que fuiste un alcalde volcado por el futuro de la ciudad preparando un futuro que desgraciadamente otros no supieron entender ni apreciar ni respetar y tus dotes de organizador y sobre todo personales son de todos conocidas y en mi caso tantos años tratándonos y estimándonos por una amplia amistad, cariño y consideración hasta estos últimos días en que teníamos pendiente una comida que ya no podrá celebrarse.

Adiós, Fernando, siempre te recordaré como un hombre de bien, un cariñoso amigo y un alcalde preocupado profundamente por el futuro de su ciudad.