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Enriquito de Rabasa

Hacía tiempo que no oíamos hablar del famoso macrocentro de IKEA y, la verdad, ya lo echaba ya de menos. Supongo que, por eso, para que no decaiga el tema y visto lo visto, fue el propio Enriquito Ortiz el que desafiando las leyes de la inoportunidad, decidió enfundarse el traje de torero y, bajo el nombre artístico de «Enriquito de Rabassa», acudir al coso del Ayuntamiento. Allí, derrochando valor todo hay que decirlo, echó ante el respetable unos lances al toro de Ikea. Frente a él, tres espadas de renombre, Pavón, el Lima Limón, el maxi alcalde Shreck y el Bello Bellido a los que, como siempre, les pudo más el miedo que el valor. La terna cerró, por cierto, con otros tantos subalternos y aficionados que se dieron cita ante tan gran ocasión pero que, desgraciadamente, como ya nos tienen acostumbrados, no llegaron a dar pase alguno. Por último, para finalizar esta minicrónica sólo añadir una buena noticia, la corrida se saldó sin que nadie cortara el rabo ni las orejas a nadie. ¡Menos mal! Es un alivio.

Lo reconozco, la foto de la reunión no puede sino inspirarme una gran ternura hacia Enriquito. Así, el que fuera conocido en su día con el sobrenombre de la «polla insaciable» pero que, según las últimas conversaciones emitidas con dudoso gusto por una cadena televisiva nacional, ahora sabemos que la animaba, de vez en cuando, con algún viagra cuando hacía falta se presentó ante la reunión solo, triste y cabizbajo.

Del encuentro nada nuevo sale. Ortiz sigue en lo suyo, convirtiendo las operaciones mercantiles en ecuaciones matemáticas: Macrocentro + IKEA = Rabassa, Rabassa=Batukada de millones. Y como, al parecer, a él le salen las cuentas y, mucho, dice el hombre que todo es innegociable. No me extraña, viendo las ganancias que le reporta el tema.

Eso sí, en esta ocasión todo fue retransmitido en directo para evitar segundas versiones lo que, por cierto, me lleva al recuerdo de la otra reunión celebrada hace unas semanas en las que los representantes de IKEA se levantaron de la mesa y se marcharon al ver la presencia de los periodistas. No sé por qué, entonces, todos se llevaron las manos a la cabeza por aquello. Yo siempre lo vi de lo más normal. Para empezar, los técnicos de IKEA, afortunadamente para la multinacional, no son políticos, ni actores, ni personas conocidas, son, nada más y nada menos, profesionales de reconocido prestigio ¿Por qué han de hacer su trabajo expuestos al público? Menos mal que se levantaron pero no se fueron muy lejos. Quiso ¿la casualidad? queue anduviera por allí, justo en ese momento, José Luis Cifuentes y su equipo. ¡Qué cosas tiene la vida! Fue Cifu, el de Ciudadanos, quien se reunió con ellos sin que, hasta la fecha, nada hayamos podido saber de aquella reunión. Sin embargo, a qué engañarles, siempre he pensado que aquello fue una jugada maestra del maxi alcalde y «Cifu». Pienso que todo estaba ya previsto de antemano entre los dos. Es más, sospecho que, durante la misma, los de Ciudadanos les explicaron a los de IKEA, por petición expresa de éste, las limitaciones que el alcalde tiene dentro del «triunvirato» y les pidieron que esperaran un poquito, sólo un poquito, por si acaso, tras las generales, cambia el paisaje del Ayuntamiento y las cosas se ven más claras. ¿Y qué les dijo, entonces, IKEA? Pues lo evidente curiosamente, lo mismo que, claramente, Enriquito les acaba de decir ahora que ni la ubicación de Rabassa ni el macrocentro sea un poco más grande o más pequeño se mueve.

Así que llegados a este punto, ahora les toca mover ficha a nuestros representantes políticos. La pelota está en el tejado del Maxi alcalde, el Bello Bellido y Pavón, el lima limón. Ellos son los que de una vez por todas, para eso cobran, tienen que tomar una decisión al respecto. ¡Señores políticos, Alicante agoniza, necesita oxígeno urgentemente! IKEA, desde luego, puede ser un nuevo pulmón para nuestra ciudad. Ahora bien, de cómo, dónde y cuándo se haga, dependerá también el futuro de muchos pequeños comercios de nuestra ciudad. Si consiguen acertar, les auguro grandes resultados electorales y una larga vida en el poder. Pero, si no lo hacen, aprovechen bien el sillón que hoy ocupan porque, seguramente, habrá empezado ya su cuenta atrás en el mismo.

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