Más de 100 días han pasado. La ciudad está cambiando. Y lo que nos queda, porque estamos en la primera fase de un proceso de transformación urbana, de recuperar el tiempo perdido, que se concreta en atender las urgencias y sacar de la ruina democrática, económica y social en la que se encontraba Alacant. Pero ello hay que hacerlo, como insistentemente nos recuerdan, sin perder la vista en el horizonte soñado y haciendo recuperación activa. Derribando muros construidos en base a la desigualdad, la opacidad y una letal desidia e incompetencia, y construyendo la senda de una esperanza e ilusión a la que nunca vamos a renunciar, porque hacerla realidad y transitable por el conjunto de la ciudadanía es el mandato que tenemos. Es nuestra responsabilidad, y desde Compromís nos vamos a dejar la piel por cumplirla. Nos comprometimos a ser la #GarantiaDeCanvi, y ahora lo hacemos en llevar a buen puerto #ElCanviEnMarxa.

La ciudad vuelve a respirar con normalidad, ha dejado de estar en el ojo del huracán mediático por cuestiones que nos ruborizaban a todos los alicantinos y alicantinas decentes. Los plenos han dejado de ser un circo y no está tomado el Ayuntamiento por las fuerzas de orden público. Ha llegado el cambio, pero la recuperación urbana, con mayúsculas, no es cosa de cuatro meses. Va a ser más larga de lo que desea la ola del cambio en la que nos subimos la mayoría de la ciudadanía en las pasadas elecciones.

Pero, la ciudad está cambiando. Ahora mucha gente, muchas asociaciones vienen a reunirse a la casa consistorial y empiezan siempre diciendo que ya era hora, después de 20 años, que alguien les recibiese y les abriera las puertas del Ayuntamiento. Y ahora la política, ciudadana e institucional, se encuentran en los despachos y en las calles, buscando cooperar como forma de avanzar y progresar en los horizontes marcados.

La ciudad ha dejado de tener amo. Es la ciudadanía, el interés general, quien guía las preocupaciones y las decisiones públicas. Y los cristales del Ayuntamiento, poco a poco y día a día, van abandonando un tamiz oscuro, para dejar entrar la luz y la transparencia. En los sueldos, las agendas que son públicas o en la contratación donde está presente gobierno y oposición, y teniendo las reuniones públicas donde toca, en las dependencias municipales, y no en los reservados de los restaurantes. Poco a poco van volviendo al sitio que les correspondía los funcionarios que estaban castigados por negarse a callar ante las cosas mal hechas y las decisiones inexplicables.

Actuamos ante la situación de poca limpieza de nuestras calles, sentando a la UTE concesionaria para que se implique en la mejora de este grave problema. No toleramos que ninguna empresa o empresario piense que está por encima del interés de la mayoría. Reparamos heridas en la memoria como la falta de reconocimiento de Miquel Grau o hacemos la apuesta política, a pesar de que los inicios nunca son fáciles, nada fáciles, por hacer de la igualdad de género y la memoria histórica ámbitos preferentes de la acción institucional.

Trabajamos por superar una mirada a la cultura provinciana y alejada a nuestra identidad, para integrarla en unas coordinadas, abiertas, de calidad, y donde la cultura propia, y con ello el valenciano, no sea un elemento pintoresco, sino una apuesta diaria en su normalización y prestigio social.

Caminando hacia un pacto local por el empleo que abra la mirada a la economía social y el empleo de calidad. Desde el diálogo y la participación de los agentes sociales, y cerrando un ciclo donde se adoraba la figura del emprendedor sin más base que el marketing y las fotos, pero olvidando las necesidades reales de formación y empleabilidad de la mayoría de las personas.

Ahora se busca el dinero debajo de las piedras para poner el acento en la mirada social, y luchamos para librarnos del yugo de un plan de austeridad, y de las minas que van surgiendo a golpe de sentencia, o factura escondida en los cajones, que nos tocará pagar a las alicantinas y alicantinos. No buscamos excusas, nadie dijo que iba a ser fácil, y sabíamos que veinte años del PP eran devastadores. Tan sólo describimos que cada muro que derribamos, esconde uno nuevo que entorpece gravemente la autonomía económica, y por tanto política y democrática, para ir dando los pasos más largos y sólidos en nuestro proyecto del cambio.

Pero nada de todo esto nos separa de nuestro compromiso en poner en marcha la transformación de la ciudad. De momento no hemos hecho más que atender a las urgencias, haciendo normal aquello que siempre debió ser normal y empezar a dar pasos en la dirección correcta. Hay que admitir que todavía nos cuesta demasiado esfuerzo hacer funcionar un día a día que lleva un ritmo frenético. Un día a día donde buscamos tiempo para todo, para ser visibles y tener contacto con la sociedad, pero también en horas y horas más discretas preparando proyectos, buscando la transversalidad y la eficiencia en la organización municipal, que también ahí tenemos mucho que mejorar como administración, y discutiendo y dialogando en un gobierno plural donde el ordeno y mando se ha acabado. Hay que hablar y escuchar mucho para poder tomar decisiones con nuestros socios de gobierno y, obviamente, con los técnicos municipales que son básicos para que las cosas funcionen. Son nuevas formas de gobernar que necesitan de un aprendizaje, y todas las personas estamos obligadas a hacerlo a marchas forzadas, desde la política, la sociedad civil, y también los medios de comunicación. Estamos aprendiendo, y para ello hay errores que sin duda cometemos, que también nos ayudan a hacerlo.

Han pasado más de 100 días, y únicamente hemos puesto en funcionamiento las bases para equilibrar esta ciudad. Para estabilizarla después de muchos años de descoserla con jirones de desigualdad, rumbos insostenibles o atendiendo sólo a los intereses de los que jugaban y ganaban siempre en el capitalismo de amiguetes. No estamos simplemente «desescombrando», también vivimos la fase de estabilizar las constantes vitales de una ciudad gravemente enferma, y dar respuesta con hechos y acciones visibles desde el primer minuto, a las emergencias sociales y democráticas.

Pero seguimos mirando al horizonte. Todos los días alzamos la vista a través de las ventanas de nuestros despachos. Hemos de poner en marcha un Plan de Ciudad, que dé sentido a todos los trabajos parciales que hasta ahora se han realizado, esté coordinado con el rumbo del nuevo PGOU y nos permita imaginar el Alacant del futuro. Una ciudad amable para vivir en ella, que genere oportunidades y atractiva para nuestros intereses turísticos y económicos.

Un horizonte basado en diseñar y amabilizar la ventana marítima de la ciudad, poner fronteras verdes a un desarrollo irracional, definir las bases del crecimiento económico sostenible de las próximas décadas, consensuar un modelo y una imagen de ciudad, recuperar la autoestima perdida, y recuperar la calidad de vida en un desarrollo urbano compacto que devuelva el dinamismo humano y comercial a la ciudad consolidada.

Para ello debemos pasar de las buenas intenciones con la ciudad de Elx, con la UA, con la OAMI, con el Puerto..., por citar algún ejemplo, a concretarlas sobre proyectos conjuntos a desarrollar donde exista colaboración técnica y política. Hay que aprovechar la voluntad de nuevos actores que surgen en la sociedad civil para tejer complicidades que reviertan en la ciudad. Nuevas alianzas para un tiempo nuevo, donde la variable de que alguien pegue un pelotazo esté fuera de la mesa de trabajo y donde cualquiera pueda invertir en ella desde el respeto a las reglas del juego, en igualdad de condiciones y sin exigir poner por encima de los intereses generales sus intereses privativos.

Estamos trabajando duro para acceder a nuevos proyectos de cofinanciación con otras administraciones: autonómica, estatal y europea, en materia de recuperación integral de zonas urbanas, eficiencia energética, ciudades inteligentes... Buscando recursos e inversiones que permitan esquivar las restricciones de la intervención ministerial y las herencias de los errores e irregularidades de una derecha tramposa, inconsciente y que había olvidado su responsabilidad de hacer de la política el ejercicio del servicio público.

El Ayuntamiento debe ser también el espacio para reivindicar nuestros intereses colectivos. Alzando nuestra voz ante el tozudo abandono y desinterés que recibimos desde Madrid en inversiones y presupuestos generales, o grandes proyectos pendientes como el parque verde y la estación intermodal. También yendo de la mano de la Generalitat en la demanda de una financiación justa, pero recordando con la misma lealtad institucional que ya no queremos sentirnos inquilinos en un proyecto de país, y que vamos a reivindicar la atención y el cariño presupuestario que merece ser una de las capitales del territorio que se extiende entre Vinaròs y Pilar de la Horadada. Cooperación y exigencia y respeto mutuo deben ser las nuevas claves de nuestra posición en la construcción de un proyecto comunitario vertebrado de País Valencià.

Han pasado más de 100 días. Y como decía el poeta... «tot està per fer i tot és posible». Que nadie nos robe la sonrisa, que seamos capaces de merecer la confianza que la ciudad nos ha dado. En eso estamos, y en eso estaremos. Día a día, sin olvidar que detrás de los problemas hay personas, y sin dejar de mirar el horizonte para que la ciudad siga cambiando. Está #ElCanviEnMarxa y os convocamos a toda la ciudadanía a dialogar sobre ello el próximo sábado en el barrio de Benalúa.

(*) Firman también este artículo María José Espuch y Sonia Tirado, concejales de Compromís en el Ayuntamiento de Alicante.