Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Escalofríos produce escuchar al arzobispo de Valencia hablar de «invasiones de emigrantes y refugiados que no son todo trigo limpio», de perseguidos que «en realidad son pocos» y de llamadas a «no dejar pasar todo» para evitar un futuro negro. Y sorprende aún más que lo haga en un tiempo en que la Iglesia, de la mano de su máximo representante y después de mucho tiempo instalada en su propio reino, parecía entonar el idioma de la calle. Unas manifestaciones, como en las que minimiza el efecto devastador de la corrupción, que flaco favor le hacen a una institución llamada, al menos sobre el papel, a denunciar las injusticias y ayudar a quienes más los necesitan. Y, sinceramente, que una voz de la Iglesia, con el lastre que arrastra tras de sí, hable del trigo limpio, es pura osadía.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats