Que el Tajo no sea una brecha. Que nuestro río, el de todos, no abra entre hombres y mujeres de este país una zanja insalvable, un abismo sin diálogo, sin consensos ni acuerdos. Que nuestro querido Tajo -y su trasvase al Segura- no sea una excusa para dividir y alejar, cuando cruza la península Ibérica para enlazar y trenzar pueblos y ciudades, sin distinción de países ni idiomas. Que el Tajo no sea una brecha entre ciudadanos.

Vivamos donde vivamos, en Castilla, en Murcia o Alicante, hagamos el ejercicio de pensar qué uso ha hecho la política de este río y de las infraestructuras hoy existentes. Ha sido un arma, utilizado por unos y por otros, incluso por los que no han estado antes, para pescar en sus aguas votos, intereses y fuerza política, sin pensar en los efectos negativos que generan entre los territorios y entre las personas. Sí, soy un socialista alicantino que habla de las culpas propias y ajenas, pero que también quiere hablar de las soluciones a las que nunca se le han puesto voz a la cuestión del trasvase Tajo-Segura y a los problemas de agua que sufren ambas partes. Sí, hablemos de ambas partes.

No nos dejemos llevar por la corriente del río que sólo beneficia a unos pocos. No rompamos los puentes como pretenden los de siempre. Los hombres y mujeres debemos buscar soluciones a los problemas que se inventa la pobre política. Porque la gran política sí busca en Castilla, en Murcia y en Alicante soluciones reales a problemas reales.

Más allá del «trasvase sí» o «trasvase no», viven y conviven un millón de cuestiones que nunca se ponen sobre la mesa. Sí. A Alicante y a Murcia le hace falta agua en estos momentos. Sí. El sureste ha hecho sus tareas en reciclaje, reutilización y ahorro de agua. Sí. Hay infraestructuras pendientes de uso que pueden paliar, al menos para el consumo de boca, parte del déficit hídrico en esta zona de España. Sí. Pero hoy el agua que llega del Trasvase Tajo-Segura sigue siendo vital.

Pero también hay más síes en el norte de nuestras provincias. Sí. Las reservas de agua en la cabecera, en los embalses de Entrepeñas y Buendía, cada día son menores. Sí. Hay poblaciones próximas a estos embalses con serios problemas de abastecimiento de agua de consumo doméstico. Sí. Muchas zonas de Castilla tienen derecho a la agricultura de regadío. Sí. Es fundamental garantizar un caudal ecológico en el Tajo a lo largo de su recorrido. Sí. Nuestros vecinos de Portugal también tienen derechos al agua de este río.

Pero hay muchos «noes» que entre todos debemos poner sobre la mesa para entendernos y buscar una solución definitiva, que nos una y que nos resuelva el problema de raíz. Ese problema que es de todos: la falta de agua.

No se han hecho las inversiones que en Castilla-La Mancha que necesitan para una mejor gestión del agua, tanto de boca como de riego. No se ha permitido la utilización de las desalinizadoras que liberarían recursos del trasvase a otros menesteres, o simplemente para estar almacenadas. No se ha invertido en la depuración de aguas de la Comunidad de Madrid y en su regulación para lograr caudales constantes que ayuden al Tajo a mantener un equilibrio de caudal.

No. No se ha hablado entre todas las partes para solucionar un problema que sigue siendo diferente en cada territorio y que ninguno se ha empeñado en entender qué ocurre al otro lado de su propia frontera. Hace falta una lectura, pero no del manual propio, sino del otro. Hace falta que Castilla entienda a Murcia y Alicante. Y que Murcia y Alicante comprendan a Castilla. Si no es así, desgraciadamente, el Tajo se convertirá en una brecha entre hombres y mujeres de territorios diferentes de un mismo país. No lo consintamos. Elevamos el debate. Hablemos de todo, no de lo que quieren unos pocos.