El presidente del Gobierno proclamó ayer en la ONU el compromiso de España para perseguir cualquier caso de abuso sexual sobre mujeres que pueda afectar a las tropas españolas participantes en misiones en el exterior. Bienvenido sea dicho compromiso. Sin embargo, sería de agradecer igual empuje para los casos de acoso sexual de puertas adentro de la institución militar. Sólo por citar los dos casos más recientes, las oficiales Zaida Cantero y Elisa Romera se han visto fuera del Ejército «jubiladas» tras haber sido víctimas de acoso sexual. Mientras tanto, sus agresores, ambos con condenas judiciales por esos hechos, no solo siguen en filas, sino que han sido ascendidos en escrupuloso cumplimiento de su puesto en el escalafón. No parece la mejor carta de presentación para ningún compromiso internacional.