Los ejecutivos de los principales bancos están preocupados por el auge acelerado de la banca digital. Suenan voces para regular esta nueva forma de hacer banca que entre otras cuestiones les preocupa mucho al colocarlos ante el axioma «o te subes al carro de la digitalización o desaparecerás», así de claro. El querer regularla no es más que tratar de ralentizarla para poder ir adaptándose más lentamente, esto no es una opción de futuro.

No se trata de cambiar enfoques, de favorecer un poco la «nueva división de banca digital» dentro de la arcaica estructura existente, se trata de cambiar totalmente sus estructuras. Para este giro de 360º en su funcionamiento que ya lleva tiempo en marcha, su aceleración es exponencial y cada vez más básica e imprescindible. Se dice que los hombres han recurrido tradicionalmente a dos estrategias fundamentales para sobrevivir, «la estrategia de la carpa» o la del «tiburón», la carpa no reconoce como reales aspectos cruciales del cambio que opera a su alrededor, todo lo contrario a la del tiburón, que rompe ataduras para conseguir nuevos horizontes, el aferrarnos a la estrategia de la carpa nos puede alargar la vida un poco pero no lucha por la supervivencia, mucho antes de que nos demos por enterados de la nueva situación, nuestra cuenta de explotación indicaré que estamos fuera del juego. El sector financiero experimenta y camina claramente desde hace años a un cambio radical en el sentido de la digitalización y los que no se trasformen el mercado los apartará del negocio o serán fagocitados por otros que sí estén adaptados a esta nueva era en el sector financiero. No hay más que ver que estos nuevos canales están captando cada vez más adeptos en clientela tradicional, personas que por comodidad o porque los utilizan habitualmente en su trabajo, y será la forma normal de operar con el sector en el futuro sin ningún género de dudas.

No hay que actuar como las ranas y confundir estas estrategias con lo que hacen ellas con el agua caliente, al ir adaptándose poco a poco a las nuevas circunstancias que no reconocen y, sin embargo, les está matando. Estos cambios son prácticamente radicales, masivos y además llegan demasiado tarde para muchas entidades financieras aferradas a sus métodos porque sus directivos no ven mas allá de sus narices.

Prueba de estos cambios es el volumen de transacciones digitales que se multiplica exponencialmente dejando de lado a la «banca de la esquina», que pertenece ya al pasado. Tampoco es tan difícil adivinar esta tendencia si miramos al mercado anglosajón donde el sector financiero está muchas décadas por delante, el volumen de negocio por empleado es significativamente mayor en una u otra parte del charco .

Paralelamente a este cambio básico y fundamental aparecen cada vez más empresas que interactúan en el mercado financiero siendo otro su principal eje de negocio. Hasta ahora, el departamento financiero de empresas dedicadas al gran consumo, entre otras, hacían sus pinitos en este sector facilitando créditos para el pago de sus compras. Este segmento del mercado entró de lleno en el mismo y ha venido para quedarse no solo financiando sus compras sino actuando directamente en el mercado como actor importante, «el tiburón intenta sacar el máximo de su negocio porque no quiere quedarse fuera del juego». Estas nuevas empresas se harán con un trozo de la tarta que les pertenecía a los bancos, para ello habrá que regularlo como bien dicen los que se sienten amenazados, pero regularlo no para mantener el viejo esquema, sino para dar alas a estas nuevas empresas que compiten en este hasta ahora coto cerrado del sector financiero, primando la defensa del consumidor .

Todo ello podríamos resumirlo diciendo que el low cost digital entró en banca «como un elefante» y lo hace para quedarse y arrinconar las viejas estructuras arcaicas de los bancos actuantes hasta ahora en el mercado.

Esta ola de cambio potente y definida es la base del principio organizativo más importante de los últimos tiempos, hay que adaptarse para caminar sobre el borde en este océano de cambios rápidos e imprevistos. Esto conllevará una segunda ola de reestructuración en el sector financiero más importante que primará al llevar aparejada absorciones de «carpas» no habituadas a sobrevivir en este mar proceloso.

«La vida florece en las fronteras»

(James Gleick)