Puente largo, acueducto que diría un castizo. Cuatro días que van de viernes a lunes, de la fiesta de la Comunidad Valenciana a la Fiesta Nacional, del nueve de octubre al doce del mismo, cuatro días de esparcimiento, cuatro días para el relajo en su acepción de holganza. Cuatro días para leer encuestas al por mayor. Cuatro días en los que se han disparado las expectativas de Ciudadanos, en los que se confirma la debacle de los populares, en los que se constata el techo de Sánchez, que empieza a recordar al de Fraga, en los que se desinfla Podemos, en los que los de Izquierda Unida si no se desunen más al menos respiran, y en los que el nacionalismo pancatalanista de Compromís parece no ir más allá de la ribera del Turia.

En una nación, la española, en la que está más que confuso delinquir por secesión, acto de separarse de una nación parte de su pueblo y territorio, aunque el Código Penal parece contemplarla en su artículo 472.5 : «Declarar la independencia de una parte del territorio español» (nos vendría bien para nuestra ilustración y entendimiento un artículo al respecto del catedrático Asencio Mellado), y por el contrario un ciudadano puede delinquir hasta por llevar a cabo ciertas novatadas, bueno es que las encuestas llevadas a cabo por INFORMACIÓN y otros medios de comunicación afirmen que los que están llamados a gobernar España, son los tres partidos que apuestan por la unidad del territorio nacional sin reservas ni añagazas, y respetan a la Carta Magna y a las instituciones que de ella se derivan.

En un país en el que hay organizaciones políticas que celebran alborozadas y llenas de júbilo la fiesta de la comunidad autónoma, y que son reacias y reticentes, cuando no discordantes con la festividad nacional en compañía de otras llenas de complejos y miradas atrás con ira, bueno es que Ciudadanos, Partido Popular y Partido Socialista, tomen la delantera en las encuestas que entre fiesta y fiesta se han publicado. La irrupción de Ciudadanos, incluso con expectativas de poder ganar las elecciones del 20-D, si se confirmaran algunos datos demoscópicos, como fuerza política de ámbito nacional, tras sus excelentes resultados en Andalucía, Madrid, Comunidad Valenciana y sobre todo Cataluña, vislumbra un panorama tras las elecciones generales del próximo diciembre, en el que las veleidades políticas de ciertas formaciones populistas quedarán en vanas y hueras manifestaciones ante público entregado a la causa, que devolverán a más de uno a las aulas universitarias para seguir filosofando, y dejando la praxis para quienes desde el pragmatismo administren nuestros bienes y gobiernen en nuestras instituciones.

El fuerte castigo que los electores dan al Partido Popular sobre todo por sus muchos casos de corrupción, no hace que abandone la primera posición en intención de voto según las encuestas mencionadas, lo que seguramente se debe al pobre resultado, aunque se acerque o llegue al empate técnico con los populares según qué sondeo, que cosechan los socialistas, que son incapaces de tomar clara ventaja tras años de gobiernos popularese en comunidades y ayuntamientos rodeados de corruptelas y líderes encarcelados o imputados, y/o recetas anticrisis de recortes, que aunque comenzaron en la época de Zapatero, han tenido su auge en la legislatura de Rajoy a punto de finiquitar. Siguen los socialistas estancados en sus porcentajes y escaños, sacando pecho por gobernar en algunas instituciones por mor de pactos en ocasiones incongruentes, sin darse todavía cuenta que su cercanía a los populares en las encuestas se debe única y exclusivamente al derrumbe de aquellos.

Siendo cierto que el llamado multipartidismo, que sustituye en el lenguaje político al bipartidismo que no lo fue tanto como se da a entender, es una evidencia ineluctable, no es menos cierto que ese multipartidismo parece conformarse con tan sólo tres opciones políticas a la hora de formar gobierno tras unos comicios generales, que son al fin y al cabo los próximos y los que más interesan a los ciudadanos españoles, que hacen fiesta cuando les toca.