La vida de los teleadictos está cambiando sin que todavía conozcamos el alcance de la transformación de nuestros hábitos. A lo mejor no es para tanto, y todo sigue igual, pero eso de que las plataformas digitales nos hayan dado la posibilidad de ver todos los programas de cualquiera de los días pasados, a la hora que nos dé la gana, y a un solo golpe de mando, tiene su aquél.

Que me salté el encuentro entre Bertín Osborne y Carmen Martínez-Bordiú porque les tengo cierta manía, pero después me picó la curiosidad porque todo el mundo hablaba y escribía de ello, pues pulso en la «Guía de programas», señalo el miércoles, le doy a la tecla, y lo veo desde el minuto uno, tan contento. En idéntica calidad de imagen que en la fecha de emisión.

Que se me pasó tal o cual película de Historia de nuestro cine, que me perdí el Imprescindibles dedicado a las mujeres de la Generación del 27 porque se emitió demasiado pronto mientras estabas en el teatro, o el Días de cine demasiado tarde cuando penetrabas en el segundo sueño, pues basta con un golpe de mando para retomarlos con la misma calidad digital de cuando se emitieron.

Que tenemos la curiosidad de ver cómo han arrancado los informativos de la jornada, pues el experimento nunca ha estado tan al alcance de la mano. A la hora que nos venga bien, podemos cribar la parrilla. Ahora el de Pilar Muñiz, después los de Vicente Vallés, Marta Fernández, Helena Resano. O los de David Cantero o Pedro Piqueras. Sin tener que haber programado el aparato de antemano. Sin tener que estar pendiente de horarios. Todo a golpe de un click. La vida del teleadicto, qué duda cabe, inicia una nueva era.