Por fin hoy concluyen los «fastos» geniales de un fin de semana de moda que por poco acaba con nuestro cuerpo «serrano». Recién aterrizados de París, y sin haber casi respirado desde Madrid Fashion Week también, el puente más valenciano de todos nos ha dejado al borde del agotamiento total. Menos mal que este domingo siempre quedará, como la ciudad del Sena, para poder tomar una paellita con mi querido Ion (Fiz, super Fiz) y María y todo el equipo de gente, Carlos Santamaría incluido, que nos hemos enrolado en la mayor maratón que se recuerda desde la de Boston pero sin las Nike y arrastrándonos por todos los aves, aeropuertos, ferias, hoteles y sitios varios? para al final haber «coronado» esta epopeya con unas chicas fantásticas, Marta y Natalia, y un increíble ADDA (aunque sea el gran templo de la música el espacio, sus condiciones y su grandeza dan para mucha más cultura que solo la música, por espectacular que sea). La Alicante Fashion Week arrancó con una performance estupenda en el centro de un hall que vibraba con la música de un gran DJ en directo y las modelos de Ágatha Ruiz de la Prada (Cósima mediante?) inundaron junto al alcalde (pero mira que es buena gente y accesible Gabriel Echávarri) de Alicante y un integrado César Augusto Asencio que, sin dudarlo, se ha puesto encima con ganas la capa de la Cultura (abandonando la adusta y abrupta Hacienda que solo da dolores de cabeza?), abarcaron y sobre todo desbordaron de luz, color y genialidad un espacio que como envase se ha lucido más que nunca gracias a la «Moda Española». Luego las conferencias marcaron un viernes lleno de vida, it girls, chicas súper «cude» con ganas de ser, vivir, vibrar y aprender, instagramers, diseñadores, prensa, blogueras y toda la fauna «fashion» se dejó caer por las conferencias. Resalto que fue un inmenso placer poder montar el «show» que montamos en conjunto coral Juan, Diana, Itxaso «et moi» y, por si faltaba algo en la «familia Roper» mi querido hijo, Álex, que me da, me da que ya casi está en camino de integrar esta micro enana empresa familiar (así se empieza el tema generacional, ¿no?..) Entre tanto, Hannibal Laguna, los compis de Casanova Comunicación y muchos más, dimos una mañana y una tarde de moda, mucha moda, que ya era hora. Es un respiro que alguien llegue a pensar que es una actividad interesante. La moda no es solo apariencia, glamour y front row, la moda es negocio, es una de las mejores y más florecientes industrias desde hace años y en España acapara PIB para doler y genera miles de puestos de trabajo, por no hablar de noticias, portadas, eslógans e imputs que hacen de nuestro país un referente. Así que cuando alguien se cachondee de la «pobre chica» que está colgando fotos en cualquier red social o pretende hacer una colección de ropa o de zapatos, a lo mejor están delante de alguien que genera mucha más economía aprovechable que la pánfila o el pánfilo de siempre en cualquier oficina de «vaya usted a saber?». Todo ello lo remató finalmente la tarde de ayer con los desfiles de Ágatha, José Matteos o mi querido Ion Fiz, que está desbordante, agotado pero eufórico, pletórico y lleno de vida y proyección tras un París que marcó un antes y un después. Y que, desde luego, no ha hecho más que volver a recomenzar, porque lo que le queda es oro puro por delante? Y ahora, tras dar miles de gracias a quienes desde la nada lo han hecho posible todo, y con razón, solo cabe recomendar a mis amigos de este Alicante que en otoño es puro olor a mar, a sol que va cambiando pero se resiste, a pino, romero, salvia o jazmín todavía, entre alguna flor de pensamiento... Solo cabe que me escuchen y me lean y se vayan a finalizar este «puentazo» con una sesión de Monster Trucks en Rabasa. Porque el Hollywood Motor Showdel empresario audaz Peter Stey es ante todo de esas cosas que hay que ver en la vida. Coches volando, ardiendo, especialistas increíbles haciendo piruetas, atravesando puertas, decenas de coches de desguace que entran y salen en escena y una dosis de adrenalina de las que no olvidarás. Feliz domingo y que la fuerza nos acompañe. Porque no veas lo que viene.
