Se acaba de celebrar el día mundial de la arquitectura sostenible. En una cosa la mayoría de los nuevos arquitectos están de acuerdo, a saber, que es conveniente deshacernos del pesado lastre de la arquitectura racionalista (con todas sus vertientes eclécticas actuales). Recordemos sintéticamente en qué consiste dicha arquitectura. Se da en el periodo de entreguerras, su fin primordial es tratar de poner de acuerdo las exigencias artísticas con las necesidades prácticas y económicas. Los racionalistas tratan de obtener una simultaneidad de volúmenes, dentro de sus límites, y para hacerlo valoran todas las visuales, todos los planos, exterior e interior, mezclan los volúmenes incrustándose unos con otros y alternan las formas verticales con las horizontales y, a través del uso del cristal, penetran también en el espacio interior. Son célebres los arquitectos Le Corbusier, Walter Gropius, Ludwig Mies Van der Rohe, Adolf Loos, entre otros.

En la sociedad de entre guerras no existían (ni se sospechaban) los problemas que actualmente tenemos: falta de recursos, exceso de residuos, calentamiento global, agujero de la capa de ozono, falta de agua, contaminación, etcétera. Es por ello que esta arquitectura ha evolucionado hasta nuestros días, pero en una dirección diferente a las necesidades reales de nuestra sociedad y de nuestro planeta.

Quiero reseñar con esto que la arquitectura se ha desarrollado en el seno del sistema de valores de nuestra sociedad, por tanto sufre los mismos problemas. Por ejemplo, la arquitectura de viviendas pretende conseguir el máximo lucro económico posible, y cualquier cosa que lo impida o lo disminuya es un problema, incluido el respeto medioambiental. Así lo sufrimos.

La arquitectura de hoy, por su parte, pretende satisfacer las presentes exigencias sociales, la distinta finalidad de los edificios, las nuevas necesidades humanas, los requerimientos de las actuales tecnologías; y así crear una estructura arquitectónica más adecuada, basada en nuevos pilares básicos en los que se debe fundamentar la arquitectura sostenible. Estos pilares, emparentados con los valores y preocupaciones actuales, son los siguientes: optimización de los recursos y materiales; disminución del consumo energético y fomento de energías renovables; disminución de residuos y emisiones; disminución del mantenimiento, explotación y uso de los edificios y aumento de la calidad de vida de los ocupantes de los edificios.

Otra de las dimensiones de esta nueva arquitectura es la de otra forma de planificación de las ciudades. Algo así como planificar las ciudades del futuro para la sostenibilidad de los procesos de toma de decisiones. La urbanización sostenible y el desarrollo requieren procesos de planificación y marcos políticos que aprovechen los activos de la ciudad y su potencial. Igualmente implica mayor participación y atención especial al desarrollo que equilibre las necesidades sociales, ambientales y económicas. De igual importancia, la planificación sostenible y una ciudad planificada son fundamentales para el logro de las características de todas las otras áreas urbanas.

En fin, que son muchos los retos y necesaria la adaptabilidad de la arquitectura a los nuevos tiempos y valores. De entre ellos, subrayamos, la optimización de los recursos y de los materiales y el ahorro del consumo energético. Una nueva filosofía arquitectónica para otra forma de vida.