Che che,che... ¡Cómo ha cambiado todo! Cuando me fui teníamos Valor, me refiero a Miguel y, ahora que vuelvo a escribir, tenemos Pavor, perdón, me refiero a Pavón. Bueno, aunque, la verdad es que son las dos cosas. Pavor de terror por lo que está pasando... Y Pavón, de teniente alcalde -más bien de general en mando- como castigo y penitencia por haber sostenido durante tantos años en la Alcaldía a un PP marcado por la prepotencia y la corrupción.

Pero, ¿qué ha pasado, tras las elecciones, durante todo este tiempo que he estado ausente? Veamos... Por un lado, Suni la Bella durmiente, sigue con lo suyo, claro está, durmiendo. «El dúo la, la, la» que le acompañaba -léase Luisito Barcala «el mil hombres» y Carlitos «el Exin Castillos»- ya no siempre caminan juntos. Luisito es ahora más bien «el hombre invisible», aquel que intenta que nadie lo vea por si acaso le pidiera lo más lógico, su dimisión por tener desde hace meses al PP en la UCI

¿Y Carlitos? Bueno, él anda por la Diputación y, al parecer, no le va mal porque, aunque ya no es concejal, dicen que cobra como un ministro. ¡Tú sí que sabes!

Por otro lado anda Cifuentes, «mi Cifu» que, al menos, es coherente con lo que prometió. ¿Lo recuerdan? Era algo así como: Si soy alcalde intentaré que nadie sepa que lo soy, pasaré desapercibido- ¡Qué grande eres! Te felicito porque aunque no conseguiste ser alcalde, sí has logrado que nadie sepa quién eres en la oposición y, lo que es peor, tampoco lo que haces desde la misma... Salvo eso sí, tu famosa reunión de Ikea. De esa, si me lo permites, trataré otro día.

Pero, aún queda el plato fuerte del día ¡Oh, sí, el grandioso «triunvirato». ¡ Pavón el lima limón, el bello Bellido y el «maxi alcalde» míster Echávarri, alias Shrek. Nunca un ejército tuvo más generales y menos soldados. Todos mandan y dicen que mucho pero, la realidad, es que ninguno ordena nada.

Pavón se encierra toda la mañana en su despacho y, desde allí, paraliza todo aquello que pueda moverse por si acaso se trata de una conspiración. El bello Bellido, por su parte, se pasa el día intentando, más que ver, que se vea algo de lo que hace, olvidando que, claro, para eso, antes tiene que haber hecho algo.

Y el maxi alcalde, ¡olé tus huevos!, sigue de campaña como si nadie le hubiera dicho que ya hace meses que terminó. A míster Echavarri le da igual ocho que ochenta. Él se hace fotos y selfis con diestro y siniestro, visita, inaugura y acude a todo aquello que resulte visible y que, en el fondo, le haga parecer como Dios, capaz de estar en cualquier sitio... Y es verdad que lo está, lo ves en todas partes, salvo, eso sí, donde debiera, en su despacho dirigiendo esta ciudad.

En fin que puede que como decía un tango, «cien años son nada»? Pero, ya ven, cien días de desgobierno en Alicante sí lo son, se llaman «decepción».