Acaba de empezar el nuevo curso 2015-2016, con 8 millones de alumnos en toda España. De ellos, un 64% de escolares son de la clase de religión.

Para formar a estos alumnos hay 14.000 profesores de religión en la escuela pública. Hasta aquí todo parece normal. Sin embargo, don José Miguel García Pérez, secretario de la Comisión de Enseñanza Episcopal, nos ha advertido que «en toda España hay Gobiernos Autonómicos que han inaugurado el curso nuevo manteniendo la batalla ideológica, que llevan años aplicando, con la que se aprovechan de las escuelas, no para servir a la sociedad, sino para modelarla según su criterio político, con experimentos incorrectos».

En lo que se refiere a la clase de religión, su carga horaria ha bajado en 13 a las 17 Comunidades españolas. Estas son las siguientes: Galicia, Asturias, Cantabria, Castilla La Mancha, Cataluña, País Vasco, Andalucía, Aragón, Extremadura, Baleares, Valencia, Castilla-León y Canarias. Ante todos estos datos, hay que recordar que la educación religiosa tiene que estar al servicio de los alumnos y de sus familias, no de los partidos políticos.

Afortunadamente, la población española, en su mayoría, es creyente y, por tanto, desea una educación religiosa que esté de acuerdo con sus creencias.

Para resolver estos problemas hay que recurrir al diálogo, para evitar los recortes horarios y los sabotajes en la clase de religión, y dar la educación religiosa que los padres desean, de acuerdo con la fe de la Iglesia.