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el estado de la oposición

Rajoy, Bonig, Punset y el lío que no cesa

Que Mariano Rajoy se haya atrevido a venir a Valencia a participar en un acto de su partido cuando aún no ha recibido al president elegido por los valencianos para gobernarles no sólo es un desprecio a todos los ciudadanos de esta comunidad: es la prueba definitiva (más evidente aún cuando el Rey por su parte almuerza en privado con el jefe del Consell) de que el PP y sus líderes han perdido por completo el norte. La designación manu militari de Isabel Bonig como jefa de los populares tras la fuga de Alberto Fabra ya fue indicativo de que el que fue durante décadas el partido hegemónico en esta comunidad vive sus horas más bajas. Apostar por Bonig es apostar por conservar el suelo y dar por perdido el techo: un mensaje de prietas las filas para la militancia más fiel, mientras se renuncia a ocupar un espacio central en la política valenciana. Y encima, ni siquiera lo del prietas las filas les está saliendo: las luchas internas, con la exconsellera María José Catalá como banderín de enganche, están a la orden del día.

Que el PP esté inhabilitado para hacer oposición no deja de ser normal. Pero que Ciudadanos, con el éxito que está teniendo a escala nacional, y con el magnífico resultado que obtuvo aquí en las elecciones autonómicas y municipales, no cuente en las Cortes Valencianas ni en la política autonómica más que para los chascarrillos es algo que seguro preocupa ya a Albert Rivera. Carolina Punset ha dado ejemplos suficientes en sólo tres meses de que no es una portavoz: es un problema. Su principal, por no decir única, ocupación es desacreditar a sus compañeros (si son compañeras, con más saña aún). Dicen que se va a Europa. No creo que, de ser así, sus compañeros la echen de menos.

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