La motivación de las personas no siempre ha resultado un criterio en general aceptado para estimar el buen funcionamiento de una estructura. Las urgencias de los hospitales públicos, tras un proceso de desarrollo durante los últimos años, han conseguido mantener y mejorar un sistema que es capaz de proporcionar una atención integrada a los pacientes. Muchas personas, afectadas por su estado se encuentran en una situación de emergencia que les obliga a acudir a las urgencias. La salud, cuando plantea problemas, es una amenaza inminente para la vida y por esa razón la asistencia al lugar donde un equipo de profesionales formado por personal medico, auxiliares de enfermería o sanitarios, trabajadores sociales, etcétera, es necesaria. El equipo de esta especialidad tiene conocimientos suficientes para actuar en las situaciones que el paciente no admite demora. Cuenta con habilidades especiales y ha aprendido a tomar decisiones rápidas luchando contra la ansiedad de enfermos y familiares, o el número desbordado de pacientes. Este sistema de organización, en teoría perfecto, ha mejorado mucho en los últimos años. Cuando una persona acude a este servicio en hospitales, nada más entrar pasa por una consulta de cribaje, así se llama en el argot médico, donde califican la gravedad del paciente. La criba se hace coloreando a la urgencia, dependiendo del color con el que sale, se pasará antes a consulta o después. El paciente recibe un papelito con el color que ha obtenido como resultado y el tiempo de espera estimatorio. No sé si esto habrá ayudado o no, pero lo cierto es que antes cuando llegabas a este lugar todo lo que se escuchaba eran quejas y ahora, sorprendentemente, no se oye ni una en este sentido. Parece que también ha mejorado el paciente.

Hoy, desayunando con mi buena amiga Lola, la magnifica doctora Zamora, médico de urgencias del Hospital de Elche, mientras tomábamos esas magníficas tostadas que sacian los rugidos del estómago por las mañanas, antes de entrar en su turno de guardia, le pedía que me contara cómo vive su trabajo en esa especialidad. Su sonrisa y mirada son un ejemplo ilustrativo antes de que medie palabra, porque ella ejerce la medicina por vocación: «Me siento muy segura estando en un hospital. Es una cosa fácil, trabajar en él. Lo normal es que hagas las cosas de la manera más rápida y ordenada posible. Los resultados unas veces son contradictorios y otras sorprendentes. Aprendes que tu labor es ayudar. Me sorprende que la gente me lo agradezca».

Me cuenta mi doctora que se transfieren casos de un departamento a otro, los pacientes a veces no perciben la enfermedad sobrevenida, en ocasiones se llega a salvar la vida. Así, no es de extrañar que sucedan historias bonitas y apasionantes. En este contexto, podríamos situar la que paso a contar, por poner un ejemplo ilustrativo, de un paciente que acude a urgencias por causa de un dolor lumbar. Se deriva a traumatología. Al médico que lo exploró no le pareció que fuera traumatológico y lo envió a otro departamento, por intuición, para descartar posibles consecuencias, ya se encargaron en esa unidad del paciente como sucede habitualmente. A los pocos días, el primer médico que lo atendió recibe una llamada para visitar a un ingresado en planta que le dice querer comunicarle algo. El médico entró en la habitación, un señor sobre una cama, con las lágrimas en los ojos, había citado a aquel doctor para darle las gracias por salvarle la vida. Era cierto, la intuición y las primeras manos que le exploraron, le había salvado la vida. Conmovedora historia.

Todo sistema de urgencias requiere de las herramientas necesarias para ser efectivo. En este sentido debemos ser conscientes de que a pesar de la crisis y las quejas contra la sanidad pública, la Seguridad Social parece que está por encima y muy pendiente de que no falte absolutamente nada y pone todos los medios para mejorar y ayudar en la salud de cada uno de los pacientes que acuden a este servicio. De hecho, no solo se administra la medicación y cuidados que hacen falta sin carencias, sino que los pacientes se van con las recetas hechas sin tener que acudir después, a su médico de cabecera, como se hacía antes para conseguirlas. Hay estadísticas de los días que más demanda hay del servicio, por eso se incrementa el número de médicos, por ejemplo los lunes, cubriendo el servicio hasta el jueves y descendiendo los mismos durante el fin de semana que parece que la gente se pone menos enferma. Por cierto, aunque los hospitales tienen infraestructuras diferentes, en el de Elche una de las partes que más volumen tiene es la de traumatología y creo que lo único que se está echando de menos para ser todo perfecto es un aparato llamado ecógrafo, a ver si el jefe va tomando nota y se lo encarga ya a los de arriba. Una última cosa, mi doctora Zamora no me cuenta lo que creo que es un ejemplo a seguir: que la calidad humana la demuestra cada día al igual que todos sus compañeros en guardias con horarios nocturnos y continuados, sufriendo por cada paciente y con las consecuencias en su vida personal de los horarios penosos. Esto es vivir urgencias.