Es más que probable que según qué círculos reciban el nuevo programa de Fernando Sánchez Dragó con las garras afiladas. Qué quieren que les diga. Yo lo acojo como agua de mayo. Que a partir de su entrega número 302 el programa Página 2 encuentre un formato complementario me parece un regalo. No sería preciso, a estas alturas, en medio del desolador panorama que acogen nuestras parrillas televisivas en todo lo concerniente a las ideas, tener que defender un formato como Libros con uasabi. Incluso antes de haber visto su primera entrega. Pero basten como argumentos dos fundamentales. El primero, que se trata de un programa auspiciado por la Caixa, en uno de esos tantos patrocinios culturales que están salvando la cara a una televisión pública en constante déficit. El segundo, que Libros con uasabi se programa los domingos a mediodía, una franja en la que no había absolutamente ningún contenido. El programa de Dragó no sustituye a ningún otro. Lo que ha ofrecido La 2 a esas horas del matinal dominical no han sido más que programas de relleno, generalmente redifusiones de documentales. Libros con uasabi suma. Nunca se puede restar de donde no hay.
Por cierto, les invito a darse un garbeo por las cadenas televisivas los domingos, poco antes de comer. El paisaje es dantesco. Y contrasta muy y mucho con el que nos ofrecen las ondas. ¿Por qué la radio matinal del fin de semana es tan buena y la televisión tan inexistente? ¿Por qué se abandona a todo su público potencial? Recibo a Dragó, a su hija Ayanta, a Anna Grau, a María Pedroviejo y a la primera invitada Milena Busquets con ilusión. El domingo, en su compañía, se presenta más inteligente, más jugoso, seguro que más audaz y reconfortante.
