Hipócrates. (260-380 a.c). Era un griego de la isla de Cos que separó la medicina de la religión y de la filosofía al considerar que los dioses no eran la causa de las enfermedades. Según él la enfermedad aparecía por un desequilibrio de los humores internos del cuerpo: aire, sangre, tierra y fuego. Seguro que ha oído hablar del Juramento Hipocrático, es una parte ínfima de una obra monumental de 70 volúmenes que escribió con sus discípulos y se considera como la primera obra médica del mundo. Sus aportaciones han sido muchísimas: la importancia de la razón y los sentidos que son claves para conocer las enfermedades, etc.

Claudio Galeno. Nació en el Asia Central, en Pergamo (129-230 aC). Señaló la importancia que las «causas» tenían en la aparición de las enfermedades y las clasificó en externas al sujeto o propias en él.

Avicena. (980-1077) recogió todos los saberes médicos existentes hasta ese momento en su célebre Canon, que ha servido de texto médico más de 500 años.

Maimonides (1135-1204) fue un médico judío nacido en Córdoba.

Andrea Vesalio. Se apoderaba de restos humanos en el cementerio y con ellos hacía disección en su casa. Ello le permitió conocer cómo es realmente el cuerpo humano por dentro. En 1543 publicó su libro «De Humanis Fabrica Corporis» con ilustraciones precisas de sus hallazgos. Es el padre de la Anatomía.

Paracelso (1493). Fue el introductor de los tratamientos con sustancias químicas, es el fundador de la terapia química (Farmacoterapia).

Wiliam Harvey (1578-1657). Utilizó la experimentación y el cálculo numérico y fue capaz de describir cómo circula la sangre en el cuerpo. Con él se pasó de entender la forma/estructura

del cuerpo a la función de los órganos. Nació la Fisiología.

En 1300 Guy de Chauliac inventa las lentes.

Antony van Leuwenhoe (1632-1723) fue un comerciante de paños holandés interesado por las lentes. Montando lentes de forma correcta consiguió microscopios con un poder de 270 aumentos. Fue capaz de ver los espermatozoides, los corpúsculos de la sangre y la estructura del músculo. Con él se inicia la visión de los elementos pequeños del cuerpo y luego las bacterias.

G. Baptista Morgagni. (1681) Con el microscopio profundizó en el estudio de las lesiones microscópicas que las enfermedades producen en el cuerpo. Se inicia la Anatomía Patológica que es clave para el diagnóstico preciso de las enfermedades, especialmente los tumores malignos. Hoy día es clave en la interpretación de fragmentos pequeños como biopsias o citologías.

En 1624 el inglés Thomas de Sydenham definió el concepto de «entidad morbosa»: es la concepción moderna de lo que es una enfermedad; señaló cómo unas y otras se diferencian por sus manifestaciones que los órganos al dañarse expresan: los signos y los síntomas.

Eduard Jenner (1749-1823) se da cuenta de que los vaqueros que se contagian al ordeñarlas con el pus de pequeñas lesiones existentes en las ubres de las vacas cuando éstas padecían una enfermedad llamadas vacunas, no padecen luego una enfermedad muy grave que es la viruela humana. Esta, en sus formas más leves acababa con la vida del 15 al 30% de los afectados, e hizo auténticos estragos en los países del nuevo mundo. Luego tomó el pus de la mano de una campesina infectada por la vacuna y la inyectó en el brazo de un niño de ocho años. En él la leve enfermedad siguió su curso y en unos días curó. Lo maravilloso fue que cuando días después le inoculó pus de una pústula de la viruela humana no padeció la enfermedad. Se ponían en marcha las vacunas, que permitían no padecer y erradicar esta enfermedad y se concebía toda una teoría de las enfermedades trasmisibles.

En 1745 Philiphe Paul libera a los enfermos mentales de sus cadenas al intentar ofrecerles tratamiento médico.

Desde antiguo los médicos intentaban conocer cómo funcionaba el interior del cuerpo y aplicaban sus oídos sobre su superficie: en el tórax, abdomen. Teóphile Laennec, nacido en la Bretaña Francesa (1781-1826) ideó un método para oírlos con perfección (la auscultación). Ante una enferma pudorosa enrolló su cuaderno y lo aplicó al tórax captando con nitidez los sonidos. Luego fabricó lo que sería un rudimentario estetoscopio de madera, el que sería el padre de nuestro actual fonendoscopio, el aparato que ahora nos identifica a los médicos.

Ignacz Philipp Semmelweis (1818-1865) se fijó en la diferencia de mortalidad que existía entre dos en salas de una maternidad, al haber en una de ellas fiebres puerperales. Un compañero médico haciendo una autopsia de una enferma muerta por infección puerperal, se hirió y falleció. Al hacerle la necropsia comprobó que sus lesiones eran idénticas a las de las puérperas. Pensó que algún fragmento o material le había infectado. Por ello indicó que antes de entrar en las salas de paritorio los médicos hicieran lo mismo que hacían estudiantes al finalizar las autopsias, lavarse las manos con hipoclorito sódico. El sistema funcionó y cuando se lavaron con ese antiséptico la mortalidad puerperal cayó. Los propios sanitarios trasportaban la infección en sus manos. Es el inicio de la asepsia y esas ideas han llevado a la esterilización de los quirófanos y del material quirúrgico.

El francés Louis Pasteu estudió la fermentación de distintas sustancias. Por ejemplo vio que al calentar 60 grados el vino se impedía que se transformara en vinagre. Es la base de lo que ahora se conoce como pasteurización. Luego descubrió algunos microorganismos que crecían en ausencia de oxígeno (ántrax) y comprobó cómo tratándolos con temperaturas elevadas se hacían inocuos para los animales. De hecho su inyección tras alterarles protege a los animales de la enfermedad; confiere lo que sería unas defensas específicas justo contra ellos. Así se desarrollan los conceptos de defensa contra las infecciones y se explica los hallazgos de Jenner. Las vacunas han entrado en la medicina.