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Antonio Sempere

Faltas de ortografía

El pasado sábado encontré un punto en común en dos programas tan aparentemente distantes como Audiencia abierta, revista semanal que detalla con el empaque de la revista ¡Hola! y la relevancia de Informe semanal las actividades de los miembros de la Casa Real, y Un tiempo nuevo, formato que nos promete periodismo de investigación, debate político y actualidad rigurosa mientras, a la hora de la verdad, nos cuela en casa raciones de morbo inauditas, sea en asuntos relacionados con Marta del Castillo, sea en excursiones a sofisticadas orgías. Por más que la presencia de Silvia Intxaurrondo, tan impoluta, pretenda dar caché al formato.

Cuando afirmo que en su última edición ambos programas confluyeron me refiero a que, mira tú por dónde, los dos presentaron sendas erratas importantes en los rótulos.

En Audiencia abierta pudimos leer Su Magestad (sólo recordarlo me provoca retortijones). En Un tiempo nuevo, durante más de un minuto, mostraron el nombre de una invitada como «funcionaria del Ayuntamiento de Bohadilla». Sí, de Boadilla del Monte.

Una cosa es que una periodista tutee al Rey (por cierto, las de Audiencia abierta, María Doval, Ana Medina, Marisa Areopagita, Cándida Godoy, jamás de los jamases lo harían ante las cámaras; mucho menos expertos en protocolo como Luis Lianes), y otra muy distinta dejar que los duendes de la tele se cuelen en los teclados de quienes rotulan cometiendo faltas de ortografía imperdonables.

Lo de Un tiempo nuevo provocó vergüenza ajena. ¿Cómo es posible que nadie se diese cuenta y paliase el error dándole inmediatamente a la tecla de borrado? Pero lo cierto es que el destino, tan tozudo, quiso dejar constancia, en una misma jornada, cómo se le dan varapalos a nuestra lengua en todas partes. Arriba o abajo. Deberíamos tomar buena nota. Y volver a los correctores.

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