Estoy seguro de que aquellos primeros eldenses que plantaron una falla en la década de los años treinta del siglo pasado, no se podían imaginar la trascendencia, la evolución y el trabajo que están realizando los falleros y falleras en la actualidad. Para conocer los orígenes del rito fallero en Elda nos tenemos que remitir a distintos artículos publicados por aquellos eldenses que vivieron el momento y nos lo han podido trasmitir. Lamentablemente existen una serie de teorías que nos llevan a la confusión, aunque podemos asegurar que durante los años 1935 y 1936, por tener datos básicos, las Fallas tuvieron una gran importancia en el contexto provincial.

No podemos obviar que a finales del siglo XIX y a principios del XX, los eldenses celebraban la fiesta de San Juan, con motivo de la tradicional noche del solsticio de verano, alrededor de lo que llamaban hogueras, aunque estamos convencidos que eran las típicas fogatas, hechas de leña, y todos aquellos enseres que sobraban de las viviendas.

En el año 1929 se plantó una falla en la confluencia de la calle Don Juan Rico, con Dos de Mayo, donde fue una fiesta continua por parte de todos los vecinos del barrio, hasta altas horas de la noche. También nos han comentado que hubo otros monumentos en distintas calles de la ciudad.

En años sucesivos pudo haber algunas fallas de las cuales no tenemos constancia, sin embargo, ya conocemos las del año 1935, donde ya debió participar algún artista fallero que cambió por completo la confección de algún monumento, y donde aparecieron alusiones a distintos temas locales.

El momento más destacado de las Fallas en aquella década fue, sin duda alguna, el del año 1936, cuando se plantaron tres fallas de mucha categoría: una en la calle Dos de Mayo, otra en la Plaza de Arriba y la tercera en el barrio del Progreso, en la esquina de la calle Don Quijote con Manuel Maestre.

Antes de comentar lo más significativo de dichas Fallas debemos de matizar que este ritual eldense ya se celebraba el día de la festividad de San Pedro.

El monumento de la calle Dos de Mayo era de un tema político donde se podía apreciar la figura de D. Manuel Azaña y la imagen de la República, sentados en un trono, y D. Alejandro Lerroux de rodillas hacia la guillotina. La de la Plaza de Arriba, era una fábrica de calzado con muñecos de tamaño natural, donde estaban los cortadores, aparadoras, y algunos zapateros montados en bicicletas con la cesta de la comida, sin olvidarnos de la máquina «Singer». La del barrio del Progreso tenía las tres fachadas de los tres cines que existían en Elda en aquella época (Castelar, Cervantes y Coliseo) criticando las malas películas que proyectaban en aquellos momentos.

El primer premio fue para la Plaza de Arriba, el segundo para la del barrio del Progreso, y el tercero para la del barrio de la Prosperidad.

Para terminar, deseo decir a los falleros y falleras que continúen haciendo realidad esta bonita tradición, que sigan teniendo esa ilusión que desemboca en un hermandad llena de emociones, y por supuesto, que vuestros sueños falleros se conviertan en realidad para que tengamos el placer de ver esos monumentos, que año tras año, se convierten en cenizas.