Veo la tierra poblada por doce mil millones de humanos, entre ellos quinientos millones de políticos. Uf? Veo la temperatura media ascender hasta los 29º (para que os hagáis una idea, ahora es de 15º). Veo una lluvia ácida que agujerea los coches, la gente amontonada en ciudades siniestras, replicantes rubios y una música sonando de fondo que creo que es de Vangelis. Vaya? parece que me ha influido más de la cuenta Blade runner.

Pero creedme, vislumbro un futuro desasosegante. España, por ejemplo. Rajoy cumple 164 años y sigue gobernando. Eso sí, sin tomar una sola decisión. Pablo Iglesias tiene la coleta mas blanca que copito de nieve y Monedero es el presidente del Banco Mundial. En un país quenoesespañaperocobradeespaña gobierna la familia Pujol, y todo el mundo va en Lamborghinis, que resultan baratísimos. Un tal pequeño Nicolás se me ha metido en el cónclave de sucesión de Eleuterio IV y me está revolucionando a los cardenales electores, ya ha conseguido veintitrés votos.

Pero lo peor es que se han prohibido las religiones. Sí, como lo oís. Fue a raíz de los atentados de 2017. Sí? cuando los del estado islámico llamaron a la Guerra Santa y organizaron un sarao en todo el mundo que aún estamos contando los muertos. Esos tipos se hicieron maestros en el arte del asesinato y del marketing. Filmaban sus tropelías como si fuera el hundimiento del Titanic, les ponían banda sonora y las llamas brotaban a cámara hiperlenta, como en el fútbol. Algo repugnante. Yo hablé con Alá. Y me prometió solucionarlo. Sé que les envió un tsunami y dos epidemias: una de triquinosis y otra de peste negra. El pobre? está un poco anticuado?

-Ébola, colega. Un buen ebolazo o algo que se contagie por el fornicio y verás cómo se acaba el problema. Si además no comen cerdo? ¿triquinosis?

Aún estoy intentando descifrar la sonrisilla maliciosa con la que me respondió.

Lo cierto es que el pobre Ali no logró acabar con estos tipos. Que se nos hicieron fuertes y pusieron al mundo patas para arriba. La sicosis que siguió a los atentados dejó a la del 11S en pañales. Para subir en avión había que desnudarse y dejarse introducir en el orificio por donde los humanos pierden peso un endoscopio con un japonés dentro. Para entrar en un organismo oficial los guardias estaban autorizados a realizar torturas de grado III (preguntas con puños americanos). Y la desconfianza fue adueñándose de todo:

-Qué niño más mono. Y qué morenito?

-¿Morenito?

Si se pronunciaban según qué palabras saltaba un sistema especial de alarma y se presentaba una unidad de GEOS que se llevaban al niño inmediatamente a Guantánamo.

A todo esto, en el mundo ya había cinco mil millones de tubos de escape, bueno, con los de la familia Pujol alguno más. Y las puestas de sol habían mudado hacia un gris carbonilla de lo más romántico. Las ciudades costeras eran ya como venecias. Por ejemplo, una de mis favoritas, Alicante. Quizá no os suene, no es muy grande, está en el mediterráneo y tiene unos políticos maravillosos. Y un equipo de fútbol que a partir del 2017 siempre ha estado jugando la Champions League. Bueno, pues en Alicante, decía, era necesaria una zodiac para llegar a la plaza de toros. En el Riscal pusieron un embarcadero y el edificio de los representantes se quedó con planta baja y piso. Eso sí, una cosa llamada Rabasa sobrevivió milagrosamente, parece que lo construyó un visionario, en forma de palafito.

Pero, a lo que iba. A medida que el planeta se moría la religión fue paulatinamente prohibida. Poco a poco. Los poderes públicos entendieron que eran las ideas religiosas las causantes de la violencia. Sin darse cuenta de que es la incultura, la falta de oportunidades, y la sumisión a la miseria y el fanatismo, los causantes de esas reacciones violentas, contra ese mundo que excluye a tantos humanos de su seno.

Y poco a poco todos fuimos metidos en el mismo saco. ¿No os suena? ¿No recordáis la época de los romanos, cuando os teníais que meter en las catacumbas a rezar el Credo? Claro, no lo recordáis, erais muy jóvenes aún.

Y digo yo: No sería más práctico, hijos tozudos, que arregléis el mundo un poquito y os dejéis de prohibir ideas. Vamos a ver: Imaginad que os gastáis un poco menos en granadas y misiles. Y que les dais de comer a los niños del mundo. Y puestos, les enseñáis a leer y las cuatro reglas. Y os las apañáis para que todo el mundo tenga un trabajillo. Nada para hacerse rico, tipo Monedero, no. Algo sencillo: cultivar los campos -pero les compráis las alcachofas a precios justos, que os conozco- levantar bungalows, elaborar la teoría unitaria de la materia? cosas sencillas?

Pero no prohibáis. Enseñad, educad, explicad y ofreced oportunidades. Esa es la receta. Y haced del mundo un lugar un poco más justo para todos. Mirad que sois testarudos, ya lo intentó JC y aun le duele al pobre el costado cada vez que cambia el tiempo.

Sí, lo sé, sé lo que estáis pensando: «Pues tú bien que cada vez que nos portábamos mal nos enviabas un diluvio, las langostas, al ángel exterminador y a Jordi Pujol».

Lo reconozco. Eran otros tiempos. Entonces estaba yo... ¿cómo decirlo? En primero de Ciencias Celestiales, que es como Políticas. Y uno era colérico y reivindicativo por entonces. Pero he madurado hijos, he madurado?.

Lo entenderéis enseguida: No tenéis más que mirar la evolución de los de Podemos. Pues lo mismo, pero en el cielo.