El Acuerdo Transatlántico de Comercio y de Libre Comercio entre EE UU y la UE (TTIP) se presenta por parte de la Comisión Europea como un acuerdo que beneficiaría a las Pymes europeas, aunque en las primeras rondas de negociaciones del TTIP ni siquiera fueron mencionadas. Lo que sí está claro es que abrir un mercado único ente los EE UU y la UE implicaría la competencia directa entre empresas americanas y europeas, además de una reestructuración productiva donde los sectores europeos menos competitivos frente a los americanos tenderían a reducirse o desaparecer. Las pérdidas de puestos de trabajo pronosticada por la CE se estima en 1,3 millones, la cifra más optimista sería cuando menos de 600.000 puestos. Es razonable pensar que estas pérdidas serían mayoritariamente entre las Pymes de sectores poco competitivos, así como empresas que fabrican componentes u ofrecen servicios a multinacionales que pueden desplazar sus inversiones a EE UU.

Por otro lado, el estudio presentado por la Comisión Europea sobre el TTIP pronostica un crecimiento del 0,05% al año. Si fuera así, ¿qué confianza puede generar este cambio?, ¿qué impacto tendría sobre las proyecciones de ventas y gastos de una PYME? Mientas tanto, el estudio más complejo realizado hasta la fecha sobre los impactos del TTIP en Europa, llevado a cabo por Tufts University, pronostica pérdidas netas del PIB europeo, de las exportaciones, de puestos de trabajo y de las rentas del trabajo frente al capital; además de una desvertebración del mercado en la Unión Europea, a favor de un incremento de las relaciones comerciales entre los EEUU y la UE.

Hay que tener en cuenta además, que en Europa hay al menos 20 millones de Pymes, que abarcan el 65% del empleo. Sin embargo, sólo un 25% de ellas exporta fuera de sus fronteras, y sólo un 13% fuera de Europa. Recordemos que las PYMES, en su mayoría, adolecen de los recursos necesarios para la exportación. La CE propone ayudar a las Pymes a través de la creación páginas web e intercambio de información y bases de datos. ¿Es esta una ayuda suficiente para que las Pymes europeas exporten a EE UU?

Las empresas estadounidenses producen productos y servicios bajo regulaciones menos exigentes que las europeas, y por lo tanto, pueden ofrecer productos de manera rentable a precios más bajos. Sin duda, las empresas americanas podrían arrebatar cuotas significativas de mercado a las Pymes europeas en muchos sectores. ¿Estarían las Pymes obligadas a tener que bajar sus costes en un 30-40% (diferencia media entre los sueldos estadounidenses y europeos) o a transformar por completo su sistema de producción y oferta para permanecer competitivas? No olvidemos que muchas Pymes ofrecen productos condicionados por la cultura, adaptados a los gustos locales, regionales o nacionales.

Por otra parte, el TTIP contempla una serie de medidas que blindarían los intereses de las multinacionales y sus derechos frente a cualquier otro actor. El mecanismo de resolución de controversias entre Inversor y Estado (ISDS) daría derecho a las multinacionales extranjeras a demandar a los gobiernos en tribunales de arbitraje cada vez que aprobasen una nueva ley o norma que contraviniese sus intereses, en tribunales de arbitraje extremadamente caros donde no cabe recurso de apelación ni otros actores afectados por el fallo pueden presentar alegaciones y defender sus intereses. Así como la creación de un «Consejo de Cooperación Reguladora», que no es otra cosa que un consejo con representantes de las multinacionales americanas y europeas y funcionarios americanos y europeos sentados a la mesa para seguir identificando nuevos sectores dónde desregular. Además, tendrían el derecho a conocer las nuevas normativas antes de que el primer borrador de ley fuera hecho público y vendría acompañado de un informe que expusiera cómo puede afectar a su actividad comercial. Por lo tanto, antes de que conociéramos el primer borrador de ley, éste podría estar ya tamizado por los intereses de las corporaciones extranjeras.

Estos mecanismos sortean los sistemas de control democrático y ponen en primer plano los intereses de las multinacionales frente a cualquier otro actor social, aumentando la distancia entre las corporaciones y todos aquellos actores menos protegidos, como la ciudadanía y las Pymes, que no tendríamos el poder de influir en la redacción de normas y regulaciones, y estaríamos a la vera de los intereses de las multinacionales en primer término.

Quizás este interés en blindar los derechos e intereses de las corporaciones puede explicar por qué la CE no está dispuesta a hacer estudios económicos consistentes sobre los efectos del TTIP en las Pymes ni a explicar honestamente cómo el TTIP puede afectar a sus negocios.