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Desde mi terraza

Luis De Castro

Por una televisión pública digna

Quien estuviera frente al televisor el pasado lunes en horario nocturno y conectado a la 1 de TVE, seguramente compartirá mi opinión reflejada en el titular de este artículo; efectivamente la programación ofrecida responde a lo que siempre debió ser la televisión pública, nunca mejor empleada la frase que Tirso de Molina aplicó a su obra literaria: «Deleitar aprovechando». Las series Carlos, Rey Emperador, centrada en la biografía de Carlos I de España y V de Alemania, más conocido como Carlos V, y Clara Campoamor. La mujer olvidada, biografía novelada de la primera mujer -junto a Victoria Kent- que accedió al Congreso de los Diputados durante la Segunda República española, y que consiguió el voto para las mujeres, nos proporcionó una interesante noche televisiva. Es muy probable que el espectador no muy informado, se hiciera una idea general de la España del siglo XVI y la de la primera mitad del siglo XX en los años previos a la Guerra Civil. Si, además, nos encontramos con dos series de mucha calidad -con las inevitables concesiones históricas- comprenderemos el papel que debe cumplir una televisión pública. Estos dos programas, junto a la Historia del Cine Español que se viene emitiendo por La 2, redime a nuestra televisión nacional de tantos programas intrascendentes y en ocasiones vulgares y anodinos, más propios de determinadas cadenas privadas. TVE ha conseguido la calidad deseable en las series ofrecidas en los últimos años (La Señora, El tiempo entre Costuras, Isabel?) y por ello debemos felicitarnos porque además de ofrecer entretenimiento son informativas y por lo tanto culturales. Lástima que, en aras de las cifras de audiencia, se caiga a veces en la tentación de producir programas que se resienten por el escaso interés de sus protagonistas, archiconocidos ya por los programas banales de otras cadenas, y me refiero en concreto al de Bertin Osborne y su En tu casa o en la mía, que si bien a priori podía tener cierto interés lo pierde por los personajes entrevistados, todos muy respetables pero que poco tienen ya que descubrirnos por lo manoseado de sus biografías. Y cambio de tercio para referirme ahora a la temporada artístico-cultural que comenzará en breve en Alicante. Se anuncian los espectáculos del Teatro Principal de los próximos cuatro meses, los últimos comprometidos por la anterior programadora del teatro, entre los que encontramos cuatro o cinco de interés, y que vienen avalados por su exhibición en los teatros madrileños; naturalmente hay destacadas ausencias y habrá que esperar a la programación del nuevo director del teatro, Paco Sanguino, al que atribuyo pragmatismo y sentido común, para saber si la temporada se completa adecuadamente. De cualquier forma contaremos con un otoño teatral interesante, con la presencia, además de lo estrictamente teatral, del magnífico programa del Ballet Nacional de España, estrenado hace unos meses en el Teatro de la Zarzuela, y que no dudo en recomendarles. Pero ¡ay!, también estará presente el inefable Jorge Javier Vázquez, cuyo ego no tiene límites; las feroces críticas aparecidas a raíz de su estreno -Iba en serio se llama el evento- en el Teatro Cervantes de Málaga, desanimarían a cualquier hombre de teatro serio: «Se mueve por el escenario como si le apretara la faja?» dicen de él los críticos, entre otras lindezas. Pero abarrotó todas las sesiones programadas y es más que probable que suceda lo mismo en Alicante. Si la otra inefable, Belén Esteban, cayera en la tentación de presentarse como actriz (¿o «actruz», como diría mi «examiga» La Asquerino) también llenaría los teatros. Nos guste o no, eso es lo que hay y lo que anima al gran público a llenar los teatros. Para nuestra suerte, otros muchos actores españoles se toman su profesión con la seriedad exigible; a título de ejemplo (porque hay muchos más) ahí tienen a Concha Velasco que continúa de gira con su obra sobre los discapacitados (y que veremos en diciembre) y ya se está sumergiendo en un profundo estudio sobre el personaje de Juana La Loca, que estrenará en Sevilla el próximo mes de abril. De verdad que me admira la energía y la seria curiosidad de esta mujer que avanza a pasos de gigante en su carrera teatral. El panorama cultural alicantino, completado por los conciertos, las programaciones teatrales de las otras salas de la ciudad, que llegan pisando fuerte, junto a las interesantes conferencias anunciadas y los cada vez más potentes museos de la ciudad, nos promete unos meses intensos que no dejarán espacio a banalidades. Felicitémonos.

La Perla. «Para mí el cine es alimenticio, pero el teatro es inviolable», (Laly Soldevilla, actriz fallecida).

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