Más por casualidad que por convicción, fui testigo televidente de la presentación de los presupuestos del Estado para el año 2016.

Ardua tarea e impropia en base a mis conocimientos enjuiciar el maremágnum de cifras que el presupuesto conlleva, pero lo que sí me ha sorprendido es la posterior e impresionante cifra de enmiendas presentadas. Ruego me disculpen los señores congresistas, pero mi idea es que no llegarán absolutamente a nada, pero del mal el menos, con ello justificarán sus emolumentos. El partido socialista ha presentado un número de enmiendas justificadas en una importante cantidad monetaria dedicadas a la educación, y lo digo totalmente convencido de que ello es positivo, el futuro de un país radica de forma muy importante en la preparación cultural y social de sus ciudadanos.

La democracia moderna ha pretendido establecer una autoridad independiente en los partidos y en la opinión pública, pero ello no es una solución, pues si los partidos son órganos de poder y no de autoridad, su misma aspiración al poder les lleva a la lucha política y no a proceder ostentando la autoridad como partido político, representativo de una necesidad social, y cayendo en el difuso mural de los intereses partidistas.

Efectivamente, opino positiva la enmienda presentada a favor de la educación pero esta enmienda deber ir acompañada de un verdadero deseo de colaboración política en defensa de un derecho fundamental. No obstante, preguntaría, si verdaderamente la educación de nuestros jóvenes es cuestión de dinero o es cuestión de actitudes. Y por ello causa mi duda mis queridos lectores, si vosotros que sois padres, hijos, todos sois sociedad, os hacéis la misma pregunta, ¿Cuándo comienza la educación, desde el principio en el seno de la familia, cuando estamos en primaria, cuando estamos en el instituto, cuando accedemos a la universidad, cuando nos desarrollamos en el aspecto profesional? ¿Y dónde debe estar la actitud educacional? Sólo en la responsabilidad de quien la recibe o en la mayor obligación de la formación educacional en quien la ofrece. ¿Empezamos pues preparando a nuestros jóvenes o empezamos preparando a los profesionales?

Personalmente y con humildad les diría a nuestros representantes políticos si con dinero se consigue la actitud cultural de un pueblo. Hace falta algo más, con dinero podemos conseguir un continente pero para qué queremos ese continente si no hemos sabido edificar el contenido. Se precisan en un mundo tecnológicamente avanzado unas nuevas actitudes, tanto en la clase política como en la mediática. No pueden nuestros políticos ofrecer intervenciones que son retransmitidas por los medios de comunicación en las cuales brilla por su ausencia, el respeto, la dignidad y la preparación en una base cultural y social exigible a un representante del pueblo. Estamos asistiendo actualmente a una situación verdaderamente escalofriante en cuanto a la violencia de género, se podrá anular estas situaciones con una mayor cantidad de dinero, no tengo la respuesta, en donde radica la razón de estas actitudes, hay que descender a las raíces para poder conocer esta lacra ponzoñosa que tantas desgracias sociales conlleva, radica en parte la situación cultural, la económica, hay que seguir luchando en pos de su exterminación, se conseguirá aumentando las penas, tampoco tengo contestación. Es desde la base educacional donde se debe de implantar el respeto entre los géneros. No hay pausa, urge una solución.

Deben de poseer el total convencimiento de que sus intervenciones son retransmitidas a una gran número de ciudadanos de diferentes edades y cultura, y que la forma en que ellos actúen también tiene que ser fuente de formación.