La masiva celebración de la Diada en Cataluña ha sido observada desde la orilla española con la misma fascinación del que ve pasar la crecida de una apabullante masa de agua en un cauce normalmente seco. Ahora todos nos preguntamos si esa expresión tan caudalosa del independentismo sentimental será un fenómeno político transitorio, como esas gotas frías del final del veran, o, por el contrario, pudiera derivar en la mutilación territorial de un Estado (el nuestro actual) para propiciar el nacimiento de otro nuevo, que forzosamente ha de conservar buena parte de los rasgos identitarios de aquel de quien procede. Al fin y al cabo, Eva fue creada a partir de una costilla de su compañero Adán.

Ahora bien, para solucionar un problema, la primera tarea es conocer las causas que lo han provocado. En su libro «La invención de la nación», el brillante escritor norteamericano Gore Vidal hace una cita de Thomas Jefferson a propósito del sentimiento independentista que en el año 1860 animaba a los estados de sur a separarse de la Unión. «Cuando en el curso del acontecer humano „escribía Jefferson„ un pueblo siente la necesidad de disolver los lazos políticos que le han unido con otro, y de asumir, entre los poderes de la ierra, la situación independiente e igualitaria a la que le dan derecho las leyes naturales y las de Dios, un respeto decente a la opinión de la humanidad le obliga a manifestar las causas que le impelen a la separación».

Pues bien, invocando ese «respeto decente» de que hablaba uno de los padres de la patria norteamericana, eso es lo que deberían haber hecho los dirigentes secesionistas catalanes con la población española no beligerante (una inmensa mayoría) respecto de las causas que le impelen a la separación. Una explicación que nunca ha llegado de forma nítida y que hasta pudiera haber permitido a buena parte de la opinión pública entender la justeza de algunas de las alegadas. Las que hemos oído (pleito sucesorio dinástico entre Felipe de Borbón y el archiduque Carlos de Austria, corrección del Estatut por el Constitucional, o supuesta injusticia de la contribución fiscal) no parecen de entidad suficiente para justificar algo tan traumático. Comparado con ellas, la hipotética exclusión del Barça de la Liga española debería ser considerado como un daño irreparable.