Ahora que soy político se supone que no puedo decir tacos y he de manejarme con un lenguaje educado. Pues no lo voy a hacer. No lo voy a hacer en este caso con la tal Petra. Con esa cerda, que se dice periodista, y que con su cámara en ristre golpeó a los inmigrantes cual futbolista en celo. No se puede ser más degenerada y enferma que esta mamarracho.

Europa tiene un grave problema con el auge del fascismo. Estos síntomas de «patada al inmigrante» son los primeros reflejos de que ya está el virus del facherío haciendo de las suyas. Empiezan dando patadas y acabarán con la vida de aquellos que tienen otro color de piel, otra religión u otra lengua. El resurgir de esta grave enfermedad es uno de los graves retos al que se enfrenta esta Europa enredada en un Parlamento lleno de burócratas sin lenguaje político. Porque es allí, y ahora, cuando debemos de emplear la política en mayúsculas para proteger los derechos humanos.

Una imagen como la de esa Petra maldita tirando al suelo a un padre con un niño es la mejor manera de educar contra el fascismo. Eso es la tiranía. Hacer arrodillarse, que muerdan el polvo, los desheredados estos. A la falta de conexión mental de esta tipeja, y de su absoluto desprecio al ser humano, se une la retórica barata y populista de «fuera los inmigrantes».

Mal hará Europa no luchando contra esta barbarie fascistoide. Cada vez que no nos remueve el estómago una de estas imágenes estamos validando la fechoría. Cada vez más se están organizando en grupúsculos y partidos xenófobos que cobran fuerza. Y nosotros tocando el violón. Contra la intolerancia hay que utilizar la ley. Y nuestra ley debe de meter a esa malnacida a la cárcel. Porque si no somos duros contra esa acción, la próxima será la sangre que corra. Ni perdón, ni leches. A la puñetera prisión a ver si le entra el conocimiento que no tiene.

El tiempo corre en contra nuestra. Cada día que pasa y que nuestros políticos no sacan la «vara» para parar a todos estos fachas, legitimamos su discurso. Contra la violencia a un ser humano, radicalidad. No se puede permitir, ni aguantar, que alguien violente a otra persona y salga de allí caminando sin ser detenido. Allí mismo la tal Petra debió ser detenida y enviada a la cárcel.

Lo peor que podemos hacer es silenciar esa barbarie. Que esa gentuza tome posesión de la calle. Que no seamos capaces de entrar en esas organizaciones paramilitares y desmontarlas y vaciar sus arcas de dinero. Que vigilemos sus movimientos para que las Petras sean perseguidas. Que pongamos todos los medios para desvirtuar sus mensajes, darles donde más les duele. No hay libertad para los malvados. La democracia se defiende contra la Petras fachas con argumentos policiales y penales.

Es una basura barata pensar que en democracia se puede organizar todo pensamiento que trasgreda los derechos humanos. Esa es la línea roja. Claro que podemos prohibir a toda esta gentuza. Como lo hacemos con los narcotraficantes o la trata de seres humanos. Esos pensamientos no están protegidos porque su fin es acabar con el vecino. Porque es emigrante, porque es judío.

Es la retórica de la historia que nos hace volver a vivir feos acontecimientos. Para que no se repitan tenemos que construir los diques de contención contra la violencia. La democracia no puede respetar todo. Porque eso sería tanto como legitimar el holocausto que perpetró un gobierno elegido democráticamente.

Si no somos capaces de diferenciar lo que suponen los derechos fundamentales de la persona y creemos que todo pensamiento es válido, tenemos que cerrar Europa.

Yo espero contribuir a que no se silencie a esta cerda cochina. A esta gran delincuente e hija de Satanás. Le deseo todo el mal del mundo. Porque contra el mal que supone arrojar a un padre y a su hijo al suelo solo cabe un recurso: su aislamiento de nuestra sociedad. Nosotros votamos, nosotros decidimos. Cerdas como esa periodista ni una más. Lenguaje soez es este. Pero a mí no me calla esta gentuza. Piensa como yo contra el fascismo, y acertarás.