Cuando este pasado viernes me «desayuné» la foto de los señores directivos de IKEA abandonando una sala por la entrada de medios gráficos, es decir, fotógrafos en «castellano» fetén, y su más que posible inmortalización fotográfica para la posteridad en una reunión institucional... cuando vi ese «momento espantada» digno de Belén Esteban en cualquiera de sus «shows» más frikis, solo pude por un momento soñar con el anuncio más divertido que les recuerdo. Se supone que donde caben dos... pues caben tres, ¿no? O que es tan difícil ser correo comercial que cuando en septiembre repartes el catálogo llegas incluso a la Zarzuela... por decir algo... o que la República de tu casa empieza en la alfombrita de IKEA. Todo ese buen rollito sueco, que a mí particularmente me «mola» y mucho, incluyendo sus famosas albóndigas fantásticas mientras recorres kilómetros de exposición con tu bolsita amarilla y, como siempre, acabas por comprarte un chorro de tonterías que nunca usas; pues todo ese buen «rollismo» se fue al garete en una sola imagen, la de una mala educación sin precedentes. Y como donde caben dos caben tres. Esta foto de la semana se contrapone por la foto de una gran familia educada, la de los Colonque. Todo un ejemplo de gigante español que si de algo peca es de cortesía y trato exquisito. Vamos, lo mismito que los chicos de Estocolmo. Porcelanosa dio una gran lección de «mediatismo» bien entendido. No comprendo como todo el mundo se ha lanzado a criticar a una divina Isabel Preysler por tener la «listura» y la gran elección de colgarse del brazo (porque es el escritor el que cuelga de la gran Isabel, no nos equivoquemos...) a un Nobel y montar con ello la pareja del año y la estrategia del siglo. En la Gran Manzana la familia más famosa de Castellón no cabía en sí de esa foto triunfal. Alguna lengua viperina aprovechó la ocasión, también como siempre, para insistir en el machismo fulgurante de destrozar su edad, su condición de asiática de origen (¿y...?) y hasta dejarla por tonta. Sin darse cuenta de que ni las folclóricas más avezadas han podido emular ese poderío que la gran Isabel despliega en su vida, esa suerte de proyecto inteligente en el que ha convertido su vida entera y su familia. Ya quisiera yo ser esa «filipina sin edad» como la llamó algún imbécil que escribe bajo el amparo de su pluma machistada lamentable y un tanto racista como esta forma de denominar a una tipa que ya quisiera él o ella de turno. Y como no hay dos sin tres... En esta semana de pasión «ikea men», Madrid ha sido la otra parada para recordar. Modmad Metrópolis ha consagrado la vuelta de IFEMA al panorama de la moda, los complementos y los mejores zapateros y firmas de calzado del mundo. Atrás quedó con la gran crisis la recordada Modacalzado y aquellos pabellones repletos de stands gigantes, de fiestas con glamour infinito o demostraciones en vivo por los pasillos del «poderío» alicantino con visitas institucionales incluidas. Pero este nuevo modelo de feria parece que arranca ya motores para volver a ser lo que aquello fue, aunque más moderno. Me fascinan nuestros empresarios, nuestros valientes que pese a quien pese no han dejado de fabricar ni diseñar esos salones, botas, cinturones, bolsos y fantásticos pares de zapatos, en general, por los que suspira hasta Sara Jessica Parker sin ser unos Laboutin, y ni falta que hace. Por si acaso, y para la siguiente, como no hay tres sin cuatro (en caballo más eficaz la huida..) les buscaremos unos buenos bloucher de Villena o unas deportivas de mi amigo Luis Antón, con estilazo de Kowalski, para que corran mejor por las calles de la ciudad.